7 características de las personas exigentes

Las personas exigentes tienden a seguir la regla del "todo o nada". Para ellos todo es blanco o negro, sin matices intermedios. Ahora bien, ¿tienen remedio? ¡Claro que sí!
7 características de las personas exigentes

Última actualización: 06 julio, 2023

Las personas exigentes tienden a llevar todo lo que hacen hasta el final. Esto es bueno. Exigirse a uno mismo es algo positivo, eso sí, siempre y cuando existan ciertos límites.

Es normal que en un determinado momento seamos exigentes con nosotros mismos, pero no que esto sea una constante en nuestras vidas.

Cuando la exigencia se nos va de las manos, hay que poner el freno un momento e intentar tomar distancia para pensar mejor las cosas y encontrar un equilibrio. Veamos más acerca de esto a continuación.

¿La exigencia nos mejora?

Está claro que exigirse en ciertas cosas va a hacer que conozcamos nuestros límites y que explotemos al máximo nuestras habilidades. Es bueno, si con esto pretendemos ser mejores y conocer habilidades que tal vez desconocíamos.

Pero… ¿Qué ocurre cuando la exigencia, en vez de hacernos mejores personas, nos hace peores? No siempre es bueno llevarnos hasta el límite ni tampoco exigirnos demasiado 24/7. Al menos, no es bueno hacerlo de una forma incorrecta.

En ocasiones, las personas demasiado exigentes consigo mismas llevan a cabo unas pautas que pueden no ser positivas. Esto provoca que, en vez de generar algo bueno, su propia exigencia les provoque frustraciones, bloqueos y pocos avances.

Las personas perfeccionistas sufren.

A continuación te comentaremos cuáles son las característica de las personas demasiado exigentes. Si crees que reúnes varias de ellas, te invitamos a hacer una pausa y reflexionar al respecto. Y si consideras que necesitas ayuda para mejorar, recuerda que siempre puedes acudir a consulta con el psicólogo.

1. Insatisfacción constante

Las personas exigentes pueden llegar a encontrarse insatisfechas con todo lo que hacen. Aunque sepan que han hecho las cosas bien y que han conseguido lo mejor, no pueden disfrutar de ello. En su interior hay algo que no les deja contentarse ni conformarse.

Esto ocurre porque quieren lograr la perfección. Creen que la exigencia debería dar como resultado esta perfección absoluta, algo imposible de lograr. Con esto, se evita correr riesgos para no tener que equivocarse, algo totalmente erróneo si queremos lograr un buen resultado.

No te pierdas: La expectativa imposible: ser perfectos

2. Las personas exigentes pueden funcionar de forma lenta

Una persona que se exige demasiado y que se enfoca en lograr el mejor resultado, no podrá llevar un buen ritmo de trabajo. Se le dificultará mucho cumplir plazos, tendrá bloqueos y perderá tiempo haciendo revisiones constantes de lo que ya ha hecho, buscando mejorarlo una y otra vez.

Esto ocasionará que funcionen muy lentamente, que sean poco productivos y que los resultados que brinden no sean del todo satisfactorios.

3. Las personas exigentes son críticos con ellas y con los demás

Además de ser muy críticos con ellos mismos, también lo son con los demás. Esto no es nada positivo, ya que puede ocasionar problemas en las relaciones interpersonales.

Además, la insatisfacción que sienten y la impotencia de no poder sacar más jugo de ellos mismos provocan que, en ocasiones, su autoestima no esté en lo más alto. Esto ocurre porque su autoestima va asociada a sus logros.

4. Metas ilógicas y plazos de tiempo inalcanzables

Hay metas que pueden lograrse y otras que, prácticamente es imposible. No por la disposición que la persona tenga, sino por otros factores, como el tiempo, por ejemplo.

Pensar en conseguir una meta ilógica solo causará frustración y malestar. Un ejemplo sería una mujer de 60 años que quiera tener el cuerpo de su hija de 20. Obviamente, es una meta ilógica.

En este sentido, además de ponerse metas ilógicas, las personas exigentes también pueden pensar en plazos de tiempo inalcanzables que provocan que estas metas sean aún más inalcanzables.

Con esto, solo consiguen generar frustración y lograr esa insatisfacción que ya, de por sí,  persigue a este tipo de personas.

5. Forma de pensar negativa

Las personas exigentes piensan de una forma muy negativa. En su cabeza no existen grises, tan solo hay blanco o negro. Por eso, funcionan siguiendo la regla del “o todo o nada”.

Solo hay dos opciones. Opciones que las estancan, que provocan que se bloqueen. Dos opciones que les impiden avanzar.

6. Las personas exigentes tienen como principio “querer es poder”

Las personas exigentes piensan que si quieren algo, pueden conseguirlo. Es un principio que siempre tienen en mente. No obstante, la voluntad no lo es todo, y hay otros muchos factores que entran en juego.

No todo gira en torno al “querer es poder” y es necesario reconocerlo y aceptarlo para poder dejar el exceso de autoexigencia de lado.

7. Ojos puestos solo en la meta

Los exigentes tan solo tienen los ojos puestos en la meta y no se dan cuenta de que podrían estar mucho mejor si se animasen a ver alrededor y disfrutar del proceso como tal, no solo UN detalle del mismo.

Esto hace que su meta sea inalcanzable, porque no ven si pueden llegar a lograrla o no. Tan solo tienen sus ojos puestos en el resultado, e ignoran el hecho de que sus ojos deberían estar concentrados en el trayecto.

Reconocer el exceso de exigencia es positivo

Si eres una persona exigente, ten en cuenta todos estos factores que, como ya habrás podido ver, lejos de ayudarte, pueden ponerse en tu contra. Recuerda que, aunque a veces está bien exigirse un poco para lograr algo, no es bueno exigirse demasiado día y noche. De hecho, es agotador y evita que disfrutes muchas cosas.

Procura ser realista, valora lo que tienes, lo que lograste y mantén tu mente lúcida, para no perder el enfoque ni dejar de apreciar el panorama completo. Evita rumiando en lo que no pudiste conseguir o abarcar. La vida sigue, y no tienes por qué quedarte atrás.

Nota: para más información, puedes consultar la bibliografía. Y si consideras que necesitas apoyo psicológico, anímate a solicitarlo. Valdrá la pena.


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  • Rojas, Q., & Milagros, V. (2017). La autoestima.
  • Roca, E. L. I. A. (2013). Autoestima sana. Una visión actual, basada en la investigación.

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