Cuando el amor lleva implícita la palabra "posesión"

No podemos olvidar que la necesidad de posesión en las relaciones es fruto del miedo al abandono. Por eso, antes de comenzar una relación es necesario aprender a querernos a nosotros mismos
Cuando el amor lleva implícita la palabra "posesión"
Bernardo Peña

Revisado y aprobado por el psicólogo Bernardo Peña.

Última actualización: 26 enero, 2022

¿Has notado que puedes llegar a identificar el amor con la posesión? Si es así, debes saber que esto ocurre por el mal concepto que se tiene de las relaciones de pareja. Nos han enseñado que amar es poseer a la otra persona. De hecho, frases como “tú eres mío” o “yo soy tuyo” aún se escuchan.

Lo cierto es que esta es una de las prácticas que más afecta a las parejas, ya que, en la actualidad las personas son mucho más consientes de su individualidad y saben que esto es necesario para su desarrollo personal. Te contamos más sobre este tema y todo lo que implica el apego extremo.

La posesión, fruto del apego

Todos hemos caído en esa terrible creencia de que amar es poseer. Esto, en ocasiones, nos ha llevado por un sendero mucho más complicado de lo que pensábamos. Cuando el amor lleva entre sus cláusulas la palabra “posesión”, este puede convertirse en una de las peores experiencias de toda tu vida.

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La posesión no solo surge por como nos han enseñado a ver las relaciones amorosas, sino también por circunstancias y situaciones que nos ha tocado vivir y que nos han marcado de forma negativa. Aquí, algunas realidades que nos pueden llevar a sufrir de apego y tener la necesidad de poseer a la otra persona:

  • Has sido una persona muy insegura que teme perderlo todo, incluso a las personas que más quieres. Por eso, te aferras a tu pareja y la posees con el fin de que esto no suceda.
  • Desde pequeño has estado muy vinculado a tus padres. Ese apego se ha trasladado a todas tus relaciones amorosas.
  • Tienes ideas en tu cabeza sobre cómo debería ser una relación amorosa. Estas tiene su base en algunas  limitaciones, y el control y la necesidad constante de verificar la fidelidad de la otra persona.
  • Crees que para ser feliz necesitas poseer, solo así podrás estar seguro de que tu felicidad no se verá dañada de ningún modo.

En todos estos puntos dejamos nuestra felicidad en manos de la pareja. Por eso, necesitamos poseer, porque la plenitud propia solo se consigue al estar con alguien más. Dejar esta responsabilidad en manos de otra persona se traduce en inseguridad. Además, nos hace vulnerables a ser lastimados de manera profunda.

Posesión y felicidad

En algunos casos, hay personas que, además de sentir que necesitan poseer a sus compañeros sentimentales, también experimentan el mismo sentimiento con lo material. Imaginemos a aquellos que continuamente están comprando objetos que en realidad no necesitan. Creen que cuanto más tengan, más felices serán. Sin embargo, eso está muy alejado de la realidad.

El error está en darle un poder demasiado grande tanto a la pareja como a las cosas que se tienen o se quieren tener. Creemos que al sentirlos seguros seremos más felices, pero ¿qué ocurre cuando esto no es así? En vez de salir de esta gran equivocación en la que estamos sumergidos, nos hundimos cada vez más hasta el fondo.

Lo más probable es que tratemos, por todos los medios, de encontrar a esa persona ideal: aquella que acepte renunciar su libertad. No obstante, cuando la posesión se traduce en apego, esto quiere decir que nos hemos perdido a nosotros mismos. Hemos dejado de ser quienes somos, para vivir por ese alguien que creemos que nos hará felices para siempre.

Deja volar a las personas que amas

A muchas personas les resulta tremendamente difícil comprender que para amar de verdad, deben dejar que la persona que está a su lado sea libre. Si se quiere ir de nuestro lado, lo hará, así creamos que tenemos todo bajo control por poseerla. Es más, por lo general, esa necesidad de posesión es la que acaba por dañar todo.

Lo cierto es que no podemos manipular a quien tenemos a nuestro lado, ni obligarlo a estar con nosotros. Nadie tiene ese poder. Por eso, lo mejor es confiar, sobre todo, en nosotros mismos. Al final, el amor propio es lo más valioso que puede tener un ser humano.

Es normal sentir miedo al fracaso y no querer que nos rompan el corazón, sobre todo, si ya hemos vivido momentos desagradables que pueden ser la causa de esa necesidad de posesión. Por eso, pensamos que con el apego podemos evitar que nos vuelvan a hacer daño. Sin embargo, las cosas tienen que cambiar.

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La inseguridad y el miedo pueden provocar que nos envolvamos en relaciones tóxicas que, con el tiempo, serán un dolor de cabeza. Así que lo mejor que podemos hacer es dejar que los demás sean libres. Y, sobre todo, tomar las riendas de nuestra propia felicidad. Recordemos que amar no es poseer, porque poseer no es amor, sino miedo, inseguridad y necesidad.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.