¿Qué es peor? ¿un atracón dulce o uno salado?
A ciertas horas del día o momentos del año tenemos unas ganas irrefrenables de comer o, mejor dicho, picar lo que sea. Algunos optan por cosas dulces y otros por las saladas. Pero más allá de esta primera diferencia, lo cierto es que, si nos pasamos, con lo que sea que hayamos elegido, podemos sufrir un atracón.
En este artículo te contamos si es peor un atracón dulce o uno salado, para que la próxima vez que tengas un antojo, te lo pienses un poco mejor antes de caer en el clásico atracón.
Grasas frente a azúcares en un atracón: ¿cuál es el peor?
Si nos preguntaran si es peor la grasa, la sal, el azúcar o los hidratos seguramente responderíamos que la primera.
Los alimentos grasosos están catalogados como “peores enemigos” que los dulces. Se culpa a las grasas de provocar obesidad, colesterol, taponamiento de arterias… Sin embargo, este tipo de alimentos no son el único responsable de estos problemas tan habituales en la sociedad actual.
Es verdad que los alimentos ricos en grasa tienen más calorías que los carbohidratos (9 kcal/g frente a 4 kcal/g respectivamente), pero también es cierto que las grasas son necesarias para la dieta, siempre y cuando se consuman en cantidades adecuadas. De hecho hay grasas saludables que han demostrado brindar beneficios al organismo, como una buena protección para el sistema cardiovascular, por ejemplo.
Las grasas aportan el “combustible” que precisamos para llevar a cabo las actividades, ayudan a absorber vitaminas A, D, E y K, forman parte de las hormonas esteroides y los ácidos biliares. Además, suministran ácidos grasos al cerebro. Entonces, ¿son las buenas de la película? No necesariamente.
Existen tres tipos diferentes de grasas:
- Las insaturadas (que se dividen en poliinsaturadas y monoinsaturadas).
- Las saturadas (presentes en lácteos enteros y carnes).
- Las grasas trans (que se forman artificialmente y las encontramos en las margarinas, la bollería y varios alimentos manufacturados). Existen evidencias conforme estas resultan nocivas para la salud.
Durante mucho tiempo se puso a las tres en un mismo grupo y, por decirlo de alguna manera, se las tachó de malas. Por ello se decía que “comer carbohidratos era mejor que comer grasas”.
¿Qué pasa con el azúcar? ¿Es tan peligroso como dicen?
Los productos azucarados que elegimos cuando nos damos un atracón, en su mayoría, son refinados. Esto quiere decir que han pasado por un proceso de elaboración (o transformación) donde se le han quitado las fibras y los nutrientes. Es preciso saber que existen hidratos “buenos”: aquellos que encontramos en los cereales integrales y en las frutas. Estos azúcares ingresan de forma moderada en el organismo y nos aportan energía estable y a largo plazo.
En cambio, cuando comemos galletas, dulces o harinas blancas provocamos en el cuerpo un pico de insulina, un combustible que dura poco y, si no lo quemamos, se almacena en forma de grasa. Así lo afirma un estudio publicado en Current Diabetes Reports.
Los hidratos refinados son enemigos para el corazón. Las dietas que los contienen en demasía elevan el riesgo de padecer obesidad, diabetes y síndrome metabólico.
La producción de grasa saturada endógena aumenta y, con ella, las posibilidades de sufrir ataques cardíacos.
¿Lo que comemos en un atracón dice algo de nosotros? Dulce vs. salado
“Dime que quieres comer de forma excesiva y te contaré qué necesita el organismo”. Así podría resumirse esta explicación. El cuerpo “pide” un alimento y no otro por una razón (o varias).
1. Chocolate
Si constantemente quieres comer chocolate no se debe únicamente a que seas un goloso empedernido, sino que al cuerpo le falta magnesio.
El 80 % de la población carece de este nutriente. Para que la ingesta de este dulce sea más saludable trata de conseguir tabletas con más cantidad de cacao. Complementa la dieta con nueces, vegetales verdes y pescados.
2. Dulces
Además del chocolate podemos querer comer cosas dulces, como pasteles o galletas. En este caso podríamos experimentar cambios en los niveles de azúcar en sangre.
En el almuerzo o cena elige legumbres y otros alimentos con alto contenido en fibras para evitar esos desequilibrios.
3. Aperitivos
Suelen aparecen las ganas de comer estos alimentos por las tardes o noches. El estrés afecta las glándulas suprarrenales, ubicadas encima de los riñones y encargadas de aportarnos energía.
4. Carne roja
Algunas personas tienen antojos de comer carne y eso puede deberse a la deficiencia de hierro.
Las ganas de una hamburguesa o un bistec también puede aparecer en las mujeres cuando están en su período ya que ese nutriente desciende considerablemente. Se puede solucionar comiendo legumbres como lentejas o ciruelas.
5. Quesos
Si le pones mucho queso rallado a las pastas o comes pedacitos en cualquier momento del día, tu cuerpo te está diciendo que le faltan ácidos grasos Omega 3. Puedes suplir esta carencia con nueces, aceite de linaza o salmón.
Claves para evitar un atracón dulce o salado
Ya sabemos a qué se debe cada tipo de antojo y las ventajas y desventajas de las grasas y azúcares. No obstante, con eso no alcanza para dejar de lado los atracones.
Algunos consejos:
- Come dulces de manera ocasional y un cuadradito de chocolate amargo antes de ir a dormir.
- Reduce la ingesta de azúcar en las infusiones y bebe jugos naturales de frutas.
- Saboriza con canela, vainilla o cítricos.
- Come un plátano cuando quieres algo dulce.
- No compres snacks o dulces y ten en la nevera opciones naturales, como puré de garbanzos o de berenjenas.
- Deja de lado los enlatados, embutidos y quesos duros. Come galletas de arroz con queso blanco desnatado en vez de patatas fritas.
- Haz la compra después de almorzar para evitar elecciones impulsivas.
- Pon frutas, verduras o frutos secos a la vista, en alacenas o nevera.
- Condimenta con hierbas y especias.
- Sal a hacer ejercicio cuando aparezcan las ganas de comer o haz una actividad que no te permita pensar en comida.
Mejora la dieta para preservar la salud
Ante la pregunta de si es peor un atracón salado o uno dulce, la respuesta es ¡ambos! Todo depende de las cantidades, el tipo de comida y las veces que aparezcan estas ganas de comer.
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