Quiero en mi vida personas que suman, no que restan

Además de rodearnos de personas que nos ayuden a crecer y que nos enriquezcan, también nosotros tenemos la posibilidad de esforzarnos por ser de aquellos que suman y no que restan.
Quiero en mi vida personas que suman, no que restan
Raquel Aldana

Escrito y verificado por la psicóloga Raquel Aldana.

Última actualización: 24 mayo, 2023

Si nos rodeamos de aquellos que nos enriquecen con sus cualidades y compañía, estaremos junto a personas que suman con sus habituales alegrías, apoyos y sonrisas. Por eso, si identificamos cuáles son las relaciones que más nos interesa cultivar, podremos sacarle mayor partido a tales vínculos, reforzando la atención o el tiempo que queramos dedicarles.

¿Qué hacer, entonces? Veámoslo a continuación.

¿Qué hacer para rodearnos de personas que suman?

Lo primero que merece la pena considerar es que no todo es blanco o negro. Por esta simple razón, habrá momentos en los que alguien descontará algún grado de nuestro bienestar y, en otros, esa misma persona sumará tanto que compense la pérdida anterior.

No obstante, hay casos en los que el malestar se repite una y otra vez, con lo que detenerse a detectarlos nos ahorrará acumular más experiencias desagradables o indeseadas.

Cuando prima lo negativo en las relaciones

Puede suceder que haya personas que revolucionan un momento vital con intenciones enmascaradas. Sin embargo, detrás del egoísmo y el desdén, afloran los sentimientos negativos.

Al principio, y como consecuencia de casos extremos, es posible que no demos crédito a lo que estamos viendo. Se encuentra bloqueada la capacidad para “contemplar con otros ojos” esa relación que nos resta. Es decir, es como si estuviésemos cegados ante la realidad.

Así, lo que nos dificulta este caminar son las expectativas. Tales ideas entorpecen la distancia emocional que necesitaríamos para liberarnos de esos vínculos. Esto es, para apartarnos de esas personas con las que sufrimos y que merman nuestra energía, ilusiones o metas.

La distancia emocional: alejarnos del dolor que nos acerca a la infelicidad

Lejos de dejarnos ahogar por los llamados “vampiros emocionales”, tenemos la opción de pararnos a observar a ese alguien que nos apaga la mirada. Se trata de adoptar una postura que nos permita situarnos ‘desde fuera’, como si fuéramos simples espectadores.

Al tomar distancia emocional, es probable que lleguemos a la conclusión de que nada ni nadie tiene por qué poner en jaque nuestro bienestar y equilibrio. Si alguien nos quiere, nos aceptará tal cual somos, sin pretender cambiarnos o amoldarnos a sus deseos.

Por supuesto, las personas que suman no nos atarán a sus intereses ni harán que nos sintamos manipulados.

Los beneficios de la distancia emocional

Al poner cierto espacio de por medio, nos será más fácil alejarnos del miedo, el dolor o la dependencia que generan las relaciones insanas.

En este sentido, cabe asimismo reseñar que en este tipo de vínculos tóxicos participan ambas partes. Esto quiere decir que cada miembro permite que la negatividad reine en la sala. Sea como sea, ante algunos patrones de comportamiento o interacción, lo más saludable es retirarse. Así, soltando esa carga psicológica, la propia autoestima estará a salvo y dejaremos de exponernos a intenciones ajenas que nada nos aportan.

Solo entonces estaremos en disposición de ayudar a esas personas conflictivas. Porque es importante que, si aún nos quedan ganas y podemos hacer un esfuerzo, les hagamos entender que llevan a cabo conductas dañinas. Se trataría de decirles que, si de verdad les interesa, está a su alcance el cambiar su manera de relacionarse.

No hay nada mejor que reencontrarse con uno mismo y perdonar a la otra persona, tenga razón o no. Porque la gente cuando hace cosas dolorosas, normalmente las hace porque en ese momento no podía hacerlo mejor, porque tenía miedo o por lo que fuera. Entonces, perdonar es algo maravilloso”.

-Marwan-

Sé una de las personas que suman

Valientes son quienes recogen sus pedazos y se reconstruyen solos.

Como vemos, si alimentamos los rencores, morimos poco a poco. Cuando alguien nos hace daño es como si nos mordiera una serpiente.

Poco a poco las emociones que sentimos se infectan de prejuicios y victimismo. Esto hace que perdamos vitalidad y esperanza. No obstante, guardar rencor es tan humano como perdonar o errar. De hecho, parece que quien no ama, no perdona. Por ello, si también intentamos entender a aquel que nos daña, nos convertiremos en una de esas personas que suman. Seremos luz tanto en la vida de los demás como en la nuestra.

Porque el camino de la madurez emocional no deja de ser un juego entre tender la mano al otro y aligerar la maleta de aquello que nos pesa.


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