21 motivos de dolor durante las relaciones sexuales

El dolor al tener relaciones sexuales puede indicar desde problemas ginecológicos hasta infecciones o trastornos psicológicos y de pareja.
21 motivos de dolor durante las relaciones sexuales
Mariel Mendoza

Revisado y aprobado por la médica Mariel Mendoza.

Última actualización: 20 marzo, 2024

El dolor durante las relaciones sexuales no es infrecuente; de hecho, datos del Congreso Americano de Obstetras y Ginecólogos revelan que 3 de cada 4 mujeres  han experimentado este síntoma en algún momento de su vida. 

El término médico para esta condición es «dispareunia». Está descrito como un dolor en la zona genital —leve o intenso— que ocurre antes, durante o después del coito. La molestia puede darse en la vulva, en la apertura vaginal, o bien, en los órganos de la zona pélvica (útero y trompas de Falopio).

Si bien puede ocurrir de manera puntual por algún traumatismo o desbalance hormonal, a veces es recurrente y afecta la calidad de vida sexual. De ser así, es importante determinar su origen para encontrar un tratamiento efectivo. En el siguiente espacio repasamos sus posibles causas y cómo abordarlas.

1. Vaginitis

La vaginitis hace referencia a la inflamación de la vagina. Esta ocurre por un desbalance en el equilibrio de las bacterias y hongos que habitan en la flora vaginal, lo que aumenta el riesgo de infección. También puede ser el resultado de la disminución de los niveles de estrógeno o trastornos en la piel.

En cualquier caso, no solo se manifiesta con dolor durante las relaciones sexuales, sino también con irritación, alteraciones en el flujo vaginal, comezón y, a veces, mal olor. Los tipos más comunes son la vaginosis bacteriana, la candidiasis, la tricomoniasis y el síndrome genitourinario de la menopausia.

Por lo general, esta condición mejora sin un tratamiento farmacológico. Medidas como evitar el contacto con productos irritantes, usar ropa interior de algodón, evitar los baños de asiento y usar preservativo contribuye a la recuperación. A veces se requiere el uso de antimicóticos o antibióticos, según sea el caso.

2. Sequedad vaginal

La sequedad vaginal es un síntoma común en la mujer, sobre todo al finalizar su etapa reproductiva. Con la disminución de la producción de los niveles de estrógenos, las glándulas del cuello uterino dejan de segregar suficiente líquido lubricante para proteger el revestimiento de la vagina. 

En consecuencia, las relaciones sexuales se vuelven incómodas y la penetración dolorosa. Eso sin contar con que los tejidos de la vagina tienden a adelgazarse y a sufrir inflamación, lo que exacerba estos síntomas.

Otras causas de sequedad, como los desbalances del pH vaginal, la falta de excitación sexual y la ingesta de algunos fármacos, también influyen en la sensación de dolor durante las relaciones sexuales.

El tratamiento puede variar de mujer a mujer; en la mayoría de los casos mejora con el uso de lubricantes íntimos (a base de agua o de silicona) en los encuentros sexuales. No obstante, a veces es necesario recurrir a la terapia de remplazo hormonal y a algunos ajustes en el estilo de vida para mejorarlo.



3. Trastornos de la piel

Los trastornos de la piel que provocan úlceras, sequedad, grietas, picazón o ardor —como la dermatitis, el eccema, el liquen plano y el liquen escleroso— están relacionados con la dispareunia. Dichos síntomas, además de la inflamación que provocan, hacen que el sexo resulte doloroso. 

Por fortuna, estos pueden abordarse con medidas de autocuidado y tratamientos médicos. A menudo, el ginecólogo sugiere el uso de cremas con corticosteroides o antihistamínicos para ayudar a que la piel sane. También es necesario evitar el uso de productos irritantes (jabones, perfumes, talcos, etcétera) y de ropa ajustada.

4. Traumatismos genitales

Durante el sexo se pueden producir traumatismos en la zona genital que provocan dolor. Los tejidos de la vagina son sensibles y pueden sufrir pequeños desgarros si no están lo suficientemente lubricados. Además, las penetraciones vigorosas o forzadas generan irritación o fisuras que también causan dolor.

En el caso de los hombres, pueden experimentar daños o desgarros en el prepucio (piel que recubre la cabeza del pene), lo que también les genera dolor. En ambos casos, si no hay un tratamiento adecuado, las heridas pueden sanar y reabrirse. De ahí la importancia de consultar al médico si el dolor es persistente.

El tratamiento depende del tipo de traumatismo; puede incluir productos de uso tópico, medidas de autocuidado, medicamentos y hasta cirugía (si es grave). En general, es recomendable abstenerse de tener relaciones sexuales hasta que la lesión haya sanado por completo.

5. Vaginismo

El vaginismo es la contracción involuntaria de los músculos perivaginales que hace que la penetración durante el sexo sea dolorosa o imposible. De hecho, puede impedir el uso de tampones o la realización de exámenes ginecológicos.

Su causa puede ser un trauma sexual del pasado (como un abuso, por ejemplo), así como problemas de salud mental (ansiedad, estrés, depresión, nerviosismo) o una respuesta al dolor físico. Dado que impide tener una vida sexual placentera, suele detonar problemas para la pareja.

De ahí la necesidad de darle un abordaje multidisciplinar, de la mano del ginecólogo, un psicoterapeuta y un asesor sexual. El tratamiento puede incluir ejercicios para el suelo pélvico, medicamentos relajantes, terapia física, terapia psicológica, entre otros.

6. Episiotomía

Una investigación compartida en International Urogynecology Journal detalla que el dolor perianal luego del parto incrementa al intentar tener relaciones sexuales. A su vez, este dolor aumenta cuando se realiza una episiotomía, es decir, el corte en el tejido entre la abertura vaginal y el ano. 

La abstinencia sexual suele ser necesaria para favorecer la recuperación de este traumatismo. Además, el ginecólogo puede sugerir las terapias físicas, los ejercicios de Kegel y, en ciertos casos, cirugía.

7. Endometriosis

Se estima que más de la mitad de las mujeres que padecen endometriosis experimentan dispareunia profunda, descrita como un dolor pélvico durante las penetraciones. Esta enfermedad tiene lugar cuando el revestimiento del útero (endometrio) crece fuera de él. 

Además de causar dolor durante las relaciones sexuales, puede manifestarse con sangrados intermenstruales, alteraciones del periodo menstrual y dolor pélvico. Su tratamiento abarca desde el uso de anticonceptivos hormonales y otros fármacos hasta cirugía para extirpar las adherencias y los tejidos cicatriciales.

8. Fibromas

Los fibromas son tumores no cancerosos que crecen dentro y sobre el útero de la mujer. Debido a su ubicación, a su tamaño y a la cantidad (ya que pueden coexistir varios al tiempo), estos pueden provocar dolor durante el sexo.

La fricción generada por la penetración aumenta la sensación de incomodidad, presión y dolor en las zonas afectadas por estos crecimientos. De ahí que las mujeres que los padecen experimenten dificultades en su vida sexual.

El tratamiento suele indicarse solo cuando los fibromas son muy grandes y causan incomodidad. Para ello se realiza una miomectomía, que es una intervención para extirpar el tumor. El médico también puede recetar tratamiento hormonal con medicamentos y otros procedimientos no invasivos.

En casos leves, probar diferentes posturas sexuales y aumentar los juegos previos puede reducir las molestias. También hay parejas que optan por disfrutar del sexo sin penetración.

9. Quistes en los ovarios

Las relaciones sexuales dolorosas recurrentes pueden ser un indicio de quistes en los ovarios, unos sacos llenos de líquido que, por lo general, son inofensivos. Su tamaño varía de una a cuatro pulgadas; a menudo, el dolor ocurre cuando son grandes y hay contacto o golpes durante la penetración.

Ciertas veces, el quiste se rompe, lo que aumenta la intensidad del dolor. De ser así, es posible experimentar hinchazón, dolor pélvico, fiebre y sangrado inexplicable. El médico puede sugerir tratamiento con anticonceptivos hormonales o una cirugía poco invasiva para su eliminación.

10. Infecciones de transmisión sexual

Tener una infección de transmisión sexual (ITS) puede provocar dolor durante las relaciones sexuales. La clamidia, la gonorrea, la tricomoniasis y el herpes genital cursan con síntomas como irritación, inflamación o la presencia de úlceras y llagas que, con el roce durante el acto sexual, generan dolor.

Si el dolor se extiende hacia la zona media o profunda de la vagina, es prolongado y empeora con la penetración, es posible que la infección esté en una fase más grave. Por ello, es primordial acudir al médico para buscar un tratamiento oportuno. Según su causa, el profesional puede indicar antibióticos o antivirales.

11. Enfermedad inflamatoria pélvica

La enfermedad inflamatoria pélvica puede ser una complicación de las infecciones de transmisión sexual no tratadas a tiempo. Se desarolla cuando microorganismo como las bacterias se propagan desde la vagina hacia el útero, las trompas de Falopio o los ovarios.

Además de la dispareunia, la mujer puede experimentar dolor pélvico, alteraciones del flujo vaginal y sangrados anormales. Dado que su origen suele ser bacteriano, el médico recomienda terapia con antibióticos como doxiciclina o metronidazol.

12. Vulvodinia

La vulvodinia está catalogada como una disfunción sexual porque se presenta a largo plazo. Su principal síntoma es el dolor o la sensibilidad de la zona vulvar, tanto que la sola presión o tacto generan incomodidad. La sensación hace que la idea de tener sexo sea inconcebible.

La causa exacta de esta condición no está establecida; sin embargo, está relacionada con lesiones en los nervios de la vulva, infecciones vaginales previas, vulvitis, alergias y cambios hormonales. Las opciones terapéuticas abarcan cremas hormonales, anestésicos locales, analgésicos e inyecciones de esteroides.

También se suele recomendar la fisioterapia para fortalecer el suelo pélvico, masajes, técnicas de relajación y cambios en la dieta. En algunos casos, puede ser necesaria una cirugía para remover la piel y los tejidos afectados en la vulvodinia localizada.

13. Disfunción del suelo pélvico

El parto, el envejecimiento, algunas cirugías y ciertas enfermedades crónicas pueden causar un debilitamiento del suelo pélvico. Esta región es la que se encarga de sostener los órganos pélvicos (la vejiga, el útero y el cuello uterino, la vagina y el recto).

Su disfunción, además de aumentar el riesgo de incontinencia urinaria, se manifiesta con dolor y molestias durante el sexo. Para su prevención, es conveniente realizar ejercicios de fortalecimiento del piso pélvico, como los de Kegel; además, hay que evitar acciones como contener la orina.

14. Prolapso de los órganos pélvicos

Muchas veces, el debilitamiento del suelo pélvico provoca una complicación de mayor cuidado conocida como prolapso. En esta, el útero, el cuello uterino, la vejiga o el recto se desplazan hacia la vagina o más allá, ya que los músculos y ligamentos que los sostienen sufren un estiramiento.

Un dolor en la parte inferior de la espalda y dificultades para defecar alertan de este problema. Asimismo, es frecuente el dolor durante las relaciones sexuales y la sensación de pesadez y presión en la zona. Es necesario acudir al médico para determinar el tipo de tratamiento.

Cuando no es grave, los ejercicios del suelo pélvico, el reposo y la abstinencia sexual ayudan a mejorarlo. No obstante, hay quienes deben recurrir a una cirugía.

15. Cistitis

La cistitis es una inflamación de la vejiga que suele desarrollarse debido a una bacteria que causa infección. Su síntoma característico es una necesidad frecuente y urgente de orinar, además de ardor. Al tener sexo con esta condición, la penetración moviliza y causa presión en la vejiga, lo que aumenta el dolor.

Los antibióticos son el tratamiento de primera línea para hacer frente a esta afección. Los más recetados son el trimetoprim, la amoxicilina y la ampicilina. A veces, para el alivio del dolor, el médico sugiere medicamentos antiinflamatorios no esteroides, como ibuprofeno o naproxeno sódico.


Para saber más lee Cistitis y relaciones sexuales


16. Adherencias pélvicas

Raras veces, experimentar dolor durante las relaciones sexuales puede manifestar adherencias pélvicas. ¿Qué son? Se trata de parches de tejido cicatrizal que pueden desarrollarse tras una cirugía, un proceso inflamatorio por infección o traumas. 

La mayor parte de las veces no requieren tratamiento, más allá de ajustes en el estilo de vida. Sin embargo, si causan incomodidad frecuente, como dolor, distensión, náuseas y vómitos, el médico puede sugerir intervensiones como una cirugía laparoscópica.

17. Embarazo ectópico

Una causa infrecuente de dispareunia es la implantación del óvulo fecundado en una localización por fuera del útero, como la trompa de Falopio, por ejemplo. Esto se conoce como embarazo ectópico y suele provocar también dolor pélvico y sangrados. En este tipo de gestación, el feto no puede sobrevivir.

La atención médica inmediata es clave, ya que si continúa desarrollandose puede derivar hemorragias graves. El tratamiento suele realizarse con una o más dosis de metotrexato o cirugía.

18. Alergia al látex

El látex es el material más utilizado para la fabricación de preservativos; además, también se emplea en juguetes sexuales. Sin embargo, algunas mujeres experimentan reacción alérgica al contacto con este material, lo que deriva irritación vaginal, picor, ardor, erupciones y, por tanto, dolor durante el sexo.

Ahora mismo, hay alternativas de condones de poliuretano, nitrilo o poliisopreno que son seguros para quienes presentan este problema.

19. Problemas emocionales

Atravesar problemas emocionales puede ser la explicación del dolor durante las relaciones sexuales. El miedo, la culpa, el estrés, la ansiedad y la vergüenza impiden que haya suficiente excitación. Esto no solo se refleja en una libido baja, sino también en la disminución de la lubricación que puede causar dolor.

Una comunicación abierta y honesta en pareja, así como la psicoterapia y las técnicas de relajación pueden ayudar en estos casos.

20. Dificultades en la pareja

Aunque la mayoría de las personas lo ignoran, las dificultades que se presentan en la relación de pareja pueden interferir en el deseo sexual. La falta de comunicación, la infidelidad y los conflictos sin resolver pasan factura en la intimidad.

Como en el caso anterior, hace falta tener una comunicación asertiva en pareja para abordar el problema en cuestión. La terapia de pareja también puede ser necesaria.

21. Ciertos medicamentos

Hay algunos medicamentos que alteran la microbiota vaginal y su lubricación. Los antibióticos suelen ser los más comunes. Al derivar estos efectos secundarios, las relaciones sexuales tienden a ser dolorosas.

El síntoma suele mejorar al suspender el medicamento. No obstante, esto solo debe hacerse bajo supervisión médica. La toma simultánea de antibióticos con probióticos parece reducir el riesgo de tener este problema.

¿Es normal sentir dolor al tener relaciones sexuales estando embarazada?

Cuando el embarazo es saludable, tener relaciones sexuales es completamente posible y seguro. Sin embargo, debido al aumento del flujo sanguíneo en la zona pélvica, la sensibilidad aumenta. Por eso, algunas experimentan incomodidad y dolor al tener relaciones sexuales.

Si este dolor es severo o se acompaña con sangrado, flujo vaginal anormal y dolor generalizado, lo más recomendable es acudir cuanto antes al médico o ginecólogo.

¿Qué hacer si experimentas dolor durante las relaciones sexuales?

Si experimentas dolor antes, durante o después de tener relaciones sexuales, evalúa si es recurrente, si se presenta con otros síntomas y su intensidad. Muchas veces, este síntoma desaparece al cambiar de postura, al realizar una estimulación previa más prolongada y al incorporar lubricantes íntimos.

La comunicación en pareja también es clave, no solo para encontrar aquello que a ambos les resulte cómodo, sino para abordar juntos los problemas que pueden influir en la intimidad. Por supuesto, si hay señales de un problema ginecológico o psicológico, lo mejor es buscar ayuda profesional.

Si se sospecha de una infección, una enfermedad del aparato reproductor u otras anomalías, el médico será quien determine cuál es el mejor tratamiento, según el caso.


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