Para evitar estar atado a los pensamientos negativos, debes empezar a deshacerte de todas esas actitudes y comportamientos que, lejos de ayudarte, te hunden más en el bucle de la infelicidad.
Para poder solucionar un problema primero debemos ser conscientes de que lo tenemos. Debemos ser honestos con nosotros mismos y saber nuestras limitaciones. Las frustraciones, los complejos de inferioridad, los conflictos no resueltos, el rencor y la envidia son actitudes que nos mantienen atados a los pensamientos negativos.
Es muy importante soltar ese lastre psicológico y dejar de complicarnos la vida con pensamientos destructivos que nada nos aportan. En ocasiones la vida ya nos trae suficientes penas y dolores como para amargarnos con pensamientos negativos.
¿Qué provoca pensamientos negativos?
1. El rencor
Existe un antiguo proverbio oriental que dice: El rencor es como beber veneno y esperar a que el otro muera. El odio y el rencor nos autodestruyen por dentro. Nos vuelven personas desconfiadas y hurañas. Además, cuando alimentamos estos pensamientos negativos también crecen nuestros miedos y eso nos puede llevar a la infelicidad.
Vivir con pensamientos de venganza nos provoca un estado de intranquilidad y una continua frustración. Sin duda, la mejor opción es aprender a pasar página y seguir nuestra vida sin ese peso. Y esto solo es posible si perdonamos con el corazón y estamos en paz con nosotros mismos.
Tener la sensación de que todos nos deben algo o que el mundo es el culpable de nuestra infelicidad es vivir con una venda en los ojos. Nuestra situación solo depende de nosotros y anclarnos al pasado no es práctico ni atrae prosperidad.
2. La culpabilidad
Todos sabemos que equivocarse es de humanos. Sin embargo, hay errores que, ya sea por su gravedad, por su intencionalidad o por el mal irreversible que causamos a otros, cuestan mucho perdonarse a uno mismo. Una infidelidad, un accidente involuntario de tráfico, una mala decisión que nos hace perder nuestra economía, etc., nos puede hacer desarrollar un sentimiento de culpabilidad.
Este tipo de pensamiento negativo nos apaga y entristece hasta el punto de poder entrar en un estadodepresivo. Es por ello por lo que debemos comprender que no podemos volver atrás en el tiempo y aceptar con resignación la causa de nuestro dolor. Todos merecemos una segunda oportunidad.
3. La envidia y los celos
La envidia es uno de los rasgos psicológicos que nos mantienen atados a todo tipo de pensamientos negativos. Además, es un aspecto de nuestra personalidad que se manifiesta, en un principio, en pequeños detalles que nos pueden pasar desapercibidos.
Con el tiempo, si alimentamos en nuestra psique ese tipo de pensamiento, nos convertimos en personas malpensadas, codiciosas, conflictivas y con insanos recelos.
Se envidia un vestido, una casa, una posición social o económica, la belleza ajena, el carácter amable de alguien, etc. No existe una lógica común para tener este tipo de malos pensamientos. Por lo tanto, es una elección nuestra vivir con ellos por dentro.
Los celos también generan pensamientos negativos que suelen explotar en actitudes de ira y agresividad. El sentimiento de posesión del ser amado, el complejo de inferioridad y el carácter autoritario o machista son actitudes muy peligrosas que no debemos alimentar ni permitirnos.
4. La infravaloración
Tener una baja autoestima en algún aspecto de la vida o en alguna cualidad crea pensamientos autodestructivos. Debemos aplicar el sentido común y comprender que cada persona tiene un arte, unas características o especialidades que nos hacen seres únicos.
Una actitud que nos ata a los pensamientos negativos es idealizar la vida de otras personas. Sin embargo, no hay razón alguna para creer que alguien sea superior a nosotros. Las personas eruditas o con mucha cultura no son mejores que cualquier campesino. Por otro lado, tampoco el dinero nos hace mejores seres humanos.
Pensar que los demás no tienen problemas, soñar con parecernos a ellos y desear su estilo de vida nos genera un tipo de infravaloración muy sutil y nos aboca a la infelicidad. Y, en el fondo, resulta un menosprecio a nuestra propia vida. La infravaloración es tan dañina como su opuesto, la soberbia.
Por lo tanto, como conclusión, debemos procurar ser positivos y tener una actitud vitalista. No prejuzgar ni pensar mal de nadie, pero tampoco idealizarlos, pues cada persona tiene sus luchas y sus motivos para actuar.
Es mejor no aislarnos y compartir nuestros sentimientos y pensamientos con amigos de confianza. Por lo tanto, debemos aprender a gestionar las frustraciones y las malas etapas de la vida. A su vez, un estilo de vida activo y social nos ayudará a evitar los pensamientos negativos.
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