La agresividad en los niños: mi hijo se vuelve agresivo de repente

Las conductas agresivas son respuestas a emociones negativas mal gestionadas. Los niños pueden aprender a reconocer y encauzar sus emociones del mejor ejemplo que pueden recibir: sus padres.
La agresividad en los niños: mi hijo se vuelve agresivo de repente
Bernardo Peña

Revisado y aprobado por el psicólogo Bernardo Peña.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 10 julio, 2023

La agresividad en los niños es una conducta que responde a emociones negativas. Todos los niños en algún momento sentirán este tipo de emociones y, en la medida en que aprenda a gestionarlas, podrá controlar la aparición de las malas conductas.

Por supuesto, no es igual una conducta agresiva en un niño pequeño de 3 a 5 años, que aún no reconoce sus emociones; a un niño mayor de 7 o 9 años, que ya debe estar en el proceso de autocontrolarse; o la conducta violenta en un adolescente.

Podemos decir que una conducta es agresiva cuando genera un daño hacia si mismo, para los demás, o para el entorno. Si creemos que nuestro hijo se ha vuelto agresivo, es importante analizar qué factores pudieron influir en su comportamiento. Así será más fácil ayudarlo a lograr el autocontrol.

Mediante el ejemplo y la inteligencia emocional se debe enseñar a los niños a controlar sus emociones de manera saludable.

¿Cuáles son las causas de la agresividad en los niños?

  • La frustración, la ira y el miedo son la principal causa de conductas agresivas. Al no saber cómo controlarlas responden con agresividad.
  • Cuando los padres acceden a los caprichos del pequeño al tener este tipo de conductas.
  • La agresividad en los niños también puede ser utilizada para llamar la atención de los adultos o de otros niños.
  • Los niños más pequeños imitan conductas agresivas que observan en sus figuras más cercanas, como los padres.
  • El niño analiza determinadas respuestas agresivas y comprueba qué resultados tiene.
  • La agresividad en los niños también puede ser una respuesta a un malestar personal. Si se trata el problema, seguramente el niño erradicará la conducta.

¿Cómo ayudo a mi hijo a controlar conductas agresivas?

Enseñar a los hijos a gestionar las emociones negativas depende de las propias capacidades de autocontrol que tengamos como adultos. Ser congruentes entre lo que decimos y lo que hacemos no es fácil, pero es fundamental para inculcar ese aprendizaje en los pequeños.

La autorregulación de las respuestas iracundas o violentas dependerá del crecimiento personal y del conocimiento que se tenga de sí mismo. En este sentido, queremos proponerte estas estrategias para lograr que tu hijo se encamine hacia el control de la agresividad.

Reconocer las emociones y ofrecer opciones para controlar la agresividad en los niños

A los padres les corresponde enseñar a los niños a reconocer las emociones negativas, como la ira o la frustración, y canalizarlas hacia conductas positivas. Cuando tu hijo responde de forma violenta, es importante enseñarle otro camino para solucionar sus problemas o diferencias.

Puedes decirle a tu hijo: “entiendo que estés enojado, pero en vez de pelear o gritar, puedes hacer…”. Es una forma de reconocer la emoción y encausarla hacia una conducta positiva.

Establece normas claras y precisas

Evita confundir a tu hijo con muchas normas. El niño necesita saber que las conductas agresivas tienen consecuencias, que antes de explotar es importante intentar calmarse. No se justifica la agresión por muy molesto que esté y si actúa violentamente debes dejarle claro que será sancionado.

Para controlar la agresividad en los niños, responde con calma

Cuando ante la conducta agresiva se responde con agresividad, lo más probable es que no se frene el comportamiento, sino que se alimente la ira y la frustración de los niños. Al actuar con calma, se logra apaciguar la furia del pequeño más fácilmente. Si el niño grita, lo mejor es hablar en un tono suave.

Padre gritándole a su hijo
Los padres deben saber mantener la calma para enseñarles a sus hijos mediante el ejemplo.

Evita dar ejemplos de agresividad

Si en el hogar los problemas o discusiones se resuelven con gritos o golpes, ese será el ejemplo que recibirán los hijos. Los niños aprenden de lo que ven y lo primero que ven está dentro del hogar.

Averigua qué le pasa

La agresividad en los niños puede ser expresión de que algo le perturba o señales de estrés infantil. Pregunta a tu niño por qué reaccionó de esa forma y explícale por qué no está bien que responda de manera violenta.

En la medida en que demuestres interés en lo que le pasa, él será capaz de precisar qué lo tiene tan molesto. Al abrirse contigo encontrarán la solución al problema que lo inquieta.

Evita que las rabietas se vuelvan conductas normales

Si ante una rabieta en lugar de ser firmes cedemos a los deseos del niño, esta puede convertirse en una fórmula exitosa para conseguir lo que quiere. En el caso de que tu hijo reclame de forma violenta tu atención, recuérdale que solo si se calma puedes entender lo que quiere.

Si el niño grita y tira cosas o se ha enfadado porque no juegas con él, es importante no atender a su reclamo haciendo de inmediato lo que él te pide. Primero, conviene explicarle las razones por las cuales no puedes jugar en ese momento y además podemos decirle que, si se calma, en cuanto tengas tiempo jugaréis juntos.

Hacer juntos ejercicios de relajación

Es importante enseñar a tus hijos a relajarse. Es adecuado que se tomen un tiempo para reflexionar, para reconocer y expresar la emoción antes de recurrir a una respuesta violenta. Puedes practicar con tu hijo técnicas de relajación como contar hasta diez y hacer ejercicios de respiración.

Evita reírte si quieres controlar la agresividad en los niños

Nos pueden causar gracia las primeras conductas agresivas del niño, pero aunque te provoque risa, evita reírte. La risa puede transmitirle un mensaje erróneo de que esa conducta violenta es correcta.

Reparar el daño y pedir perdón

Cuando el niño responde con agresividad (rompe juguetes, grita, golpea, muerde), es importante que pida perdón por lo que hizo; sea a otro niño o a sus padres. En la medida de lo posible, también puede ser clave que trate de reparar el daño que ha causado. El niño seguramente se siente mal por lo ocurrido y el pedir perdón lo ayudará a sentirse mejor.

Aunque sean agresivos, es importante no rechazarles

Un niño enojado, frustrado o con miedo puede responder con agresividad, hacia sus padres o hacia otros niños. Si te sientas a conversar e indagar qué es lo que lo perturba, seguramente encontrarás la mejor manera de erradicar las conductas agresivas.

Jamás niegues el amor que sientes hacia tu hijo por haber tenido esa conducta. Es importante dejarle claro que rechazas ese comportamiento, pero en ningún caso el rechazo se debe direccionar hacia el niño.


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