El amor verdadero no te juzga y no te limita

El amor verdadero es como el amor maduro: no depende de la otra persona ni la necesita, pero decide compartir sus días con ella para vivir una experiencia plena.
El amor verdadero no te juzga y no te limita

Última actualización: 25 mayo, 2023

Todos deseamos encontrarnos con el amor verdadero. Sin embargo, inconscientemente es posible que hagamos todo para ahuyentarlo. Por ejemplo, empezar una relación por miedo a estar solos, o carecer de la asertividad necesaria para gestionarla (o finalizarla de manera saludable, según sea el caso) puede hacer que el amor verdadero no llame a nuestra puerta.

Con todas estas premisas, lo que creemos que es “amor” nos pondrá limitaciones, coartará nuestra libertad y todo girará en torno al miedo y al temor.

El amor verdadero no es dependencia emocional

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En ocasiones, por diversas razones, confundimos el amor verdadero con la dependencia emocional. Por eso, nos creemos ciertas frases como “si tiene celos es que te ama” o “amor es posesión”…

De esta manera, juzgamos a nuestra pareja si no siente celos, deseamos que muestre que somos de su propiedad y, con todo esto, ¿dónde está el amor verdadero? No está, pues se ha convertido en algo que limita e impide crecer. Cuando, en realidad, el amor nos permite ser cada día mejores personas, avanzar en la vida, madurar.

Cuando el amor limita, tiene los días contados. Porque las creencias que lo cubren anulan el sentimiento que en realidad es y todo lo que implica. En el momento en el que consideramos cierto que amar a alguien supone depender, no amamos, necesitamos. Por lo tanto, estamos muy lejos de conseguir encontrarnos con el amor verdadero.

No juzga tu pasado, pues vive en el presente

Quien elige estar contigo en todo momento, sin reprocharte el pasado, sino ayudándote a aceptarlo y a vivir el presente de la mejor manera posible, verdaderamente te ama.

Algo que caracteriza al amor verdadero es que nunca va a juzgar tu pasado. Es decir, los errores que puedes haber cometido con otras parejas no hay motivos para revivirlos en el presente.

Si alguien está contigo, quiere iniciar una relación a tu lado y formar un proyecto de vida juntos, no tiene por qué juzgar aquellas acciones que han formado parte de tu experiencia. Por ejemplo, puede que hayas sido infiel o que dependieras emocionalmente de una pareja hace tiempo. Quizás no te permitiste ser el mejor progenitor en el pasado o no fuiste del todo sincero en tu relación.

Sea lo que sea, la persona con la que te hayas encontrado no debería juzgar todo esto. Pues, se supone que si eres consciente de todo lo mencionado, es que has aprendido, has sido crítico contigo y comprendido que puedes mejorar.

En el caso de que nada de esto suceda, de que quizás tengas miedo que la persona que tienes a tu lado juzgue tu pasado porque, si eres sincero, esa persona se irá, tienes que tener bien presente que ese no es el amor verdadero.

No te estás permitiendo ser sincero. Expresar tus experiencias y todo lo que has aprendido de ellas. No eres la misma persona de hace unos años. Así que, si tu posible pareja te juzga por todo lo vivido, experimentado y por todos los errores cometidos, no es lo que buscas, porque eso no es amor verdadero.

En búsqueda de un amor maduro

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El amor verdadero puede equipararse a lo que conocemos como amor maduro. Un amor más tranquilo, con unas bases muy sólidas y que surge una vez superada la fase de enamoramiento. Este amor se caracteriza por una serie pautas sobre las que reflexionaremos a continuación:
  • Acepta el pasado sin juzgar, ya que es imposible cambiarlo y, también, supone una experiencia que ha dado lugar a un aprendizaje enriquecedor.
  • No desea cambiar a la otra persona, pues el amor verdadero implica aceptar plenamente al otro. Solo así puede establecerse una conexión sana y una relación plena.
  • Sabe que no necesita de la otra persona para ser feliz, pero la elige como compañera de vida para vivir una experiencia amorosa plena y que le permita a ambos miembros disfrutar y aprender juntos de la vida.
  • Nunca limita el futuro de uno de los miembros, sino que potencia el crecimiento de cada uno impulsándolos a alcanzar sus metas.

El amor maduro nunca nos hace pequeños, sino que nos invita a crecer. Porque la pareja nunca tendría que hacernos sentir que nuestro mundo se estanca ni retrocede, sino que avanza.

¿Has encontrado tú el amor verdadero?


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