El arte de no perder calma durante una discusión: 5 claves para lograrlo

Para no perder la calma durante una discusión es necesario conocerse a uno mismo y gestionar las propias emociones. Te contamos algunas pautas para desenvolverte en estos casos.
El arte de no perder calma durante una discusión: 5 claves para lograrlo
Bernardo Peña

Revisado y aprobado por el psicólogo Bernardo Peña.

Escrito por Valeria Sabater

Última actualización: 06 julio, 2023

En mayor o menor medida, es posible que recordemos alguna discusión durante la que nos fue difícil no perder la calma. Las emociones nos superaron e impidieron que pudiéramos defender ciertos argumentos de una forma más constructiva y eficiente.

Después parece que evocamos ese episodio como una situación que se nos escapó de las manos o como un reto ante el que no acertamos a utilizar las estrategias correctas. Y es que saber discutir, si no hay más remedio que hacerlo, no es una tarea sencilla ni una práctica para la que hayamos nacido instruidos.

Sin embargo, hay momentos, tanto en el ámbito personal como en el profesional, en los que la única salida viable es iniciar esas conversaciones complejas caracterizadas por los reproches, las versiones confrontadas y las pequeñas tensiones.

Dado que, como afirmaba el filósofo Immanuel Kant, “es imposible refutar al ignorante en una discusión”, es, por tanto, necesario aprender a hacerlo bien, con inteligencia y templanza. Sobre todo es importante mantener la paciencia, evitando así distracciones y permitiendo que las ideas fluyan con claridad.

Por ello, a continuación te presentaremos 5 claves con las que abordar las discusiones de una manera más provechosa y positiva. Si te interesa este asunto, ¡sigue leyendo!

5 claves para no perder la calma durante una discusión

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1. Conocer a quien está delante, pero sobre todo, a uno mismo

Para poder conocer y conectar con quien está delante de nosotros, es importante que antes nos conozcamos bien a nosotros mismos. Siguiendo la línea del famoso proverbio: aunque los ojos solo vean para fuera, hay que mirar hacia dentro.

  • Frente a las debilidades que presente la otra persona (por ejemplo, inseguridad traducida en agresividad), el autoconocimiento permite trabajar las fortalezas interiores y la propia seguridad y autoestima.
  • El autoconocimiento evita que nos afecten descalificaciones, tales como: “eres incompetente” o “tienes demasiado ego”. Tener claras cuáles son nuestras cualidades impedirá que estos comentarios nos hagan daño.

Como vemos, el saber conectar con nosotros mismos y con quien tenemos delante es fundamental, ya que nos permite adelantarnos a a ciertas actitudes ajenas y nos confiere mayor control sobre la situación.

2. Apagar las emociones negativas es otra de las claves para no perder la calma durante una discusión

Para mantener la paciencia en estas circunstancias, también es necesario aprender a gestionar las propias emociones negativas. La rabia, el orgullo, el desprecio, la ira o el nerviosismo son ejemplos de sentimientos que nos ponen a la defensiva y con las ‘uñas’ preparadas.

Cuando llega ese momento en que nos ponemos ya en “modo ataque”, es justo el punto en el que dejamos de manejar ese malestar que experimentamos. Nos abandonamos en argumentos ilógicos, en los reproches y en esos diálogos rígidos que no conducen a ningún tipo de consenso.

Ante esta coyuntura, es posible tomar las riendas con estos pasos:

  • Parar un instante e intentar observar esa discusión desde fuera, con distancia y sosiego.
  • Se trata de posicionarnos como si fuéramos simples espectadores.
  • Entonces, el ejercicio consiste en probar a percibir que nada ahí nos hace daño, en identificar ese espacio donde estamos bien con nosotros mismos.
  • Esa es la oportunidad para pensar qué justificaciones queremos defender, qué palabras nos harán salir airosos de ese desacuerdo.

Descubre: Aprende a meditar mientras caminas y adelgaza tus emociones negativas

3. Darse tiempo antes que contestar de inmediato

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En las discusiones en las que no se llega a nada, es habitual que los interlocutores no se escuchen. Además, las preguntas se sobreponen a las respuestas. Se dicen comentarios envenenados, críticas destructivas y frases que luego causan arrepentimiento.

¿De qué nos sirve llevar a cabo este tipo de conductas? De nada. Por tanto, si deseamos dar forma a una discusión productiva, una estrategia útil es tomarse el tiempo que haga falta para contestar. Como no hay prisa, algunas pautas interesantes serían:

  • Escuchar con atención lo que la otra persona dice. Consiste en recibir la información y luego analizarla.
  • Reconocer el efecto que ese mensaje nos ocasiona, detectando las emociones o los sentimientos que el mismo nos genera.
  • Una vez que sabemos cómo nos encontramos, es el momento de pensar en una respuesta.
  • A pesar del malestar, será preciso que demos una contestación pausada, que no incremente aún más la tensión del momento, para así poder mantener la calma.

No obstante, si los reproches persisten y la otra persona persevera en su postura agresiva, zanjar ese desencuentro viene a ser otra alternativa. Por desgracia, hay discusiones que no valen la pena.

4. Respirar hondo también ayuda a no perder la calma durante una discusión

El cerebro interpreta casi como una “amenaza” esa sensación de alerta que se da en estos altercados. Antes tales señales, tiene lugar toda una serie de reacciones en la que son frecuentes las palpitaciones, los temblores o la respiración entrecortada.

Pero si lo que queremos es no perder la calma durante una discusión, escuchar al propio cuerpo es, de hecho, un paso prioritario. En este sentido, el control de la respiración facilita que conectemos con los avisos físicos que el organismo lanza y se plantea como una opción adecuada para tranquilizarse en estos casos.

Para ello nos será de utilidad tomar aire de modo profundo y expulsarlo despacio. Podemos repetir este ejercicio varias veces, hasta que notemos que recuperamos el sosiego.

El arte de no perder la calma en una discusión.

5. Entrenar la paz interior es una preparación para los retos cotidianos de la vida

El día a día a menudo nos demanda toda clase de exigencias, como, por ejemplo, que nos enfrentemos a la frustración y a las críticas o que manejemos los desacuerdos con elegancia y de forma efectiva.

Frente a estos retos, estar preparados ‘por dentro’ nos ayudará a afrontar mejor las adversidades con las que nos vayamos encontrando. Así, algunas actividades, como la práctica de la meditación o de algún deporte o los ejercicios artísticos como la escritura o la pintura, contribuyen a que cultivemos nuestro interior.

Es decir, es posible entrenarnos en alcanzar la paz personal mediante ciertas experiencias en las que, de manera indirecta, trabajamos los propios valores y autoestima.

Si nos sentimos relajados y seguros de nosotros mismos, abordaremos las dificultades con otro talante, incluso esas discusiones interminables que nos exasperan.

¿Aplicarás estas claves para no perder la calma durante una discusión?

Como hemos ido comentando, con la finalidad de que este asunto no acabe poniendo al límite nuestra estabilidad, existen varias estrategias que resultan efectivas para manejar las emociones, dar respuestas prudentes y, sobre todo, conservar la calma.

Recordemos estas pautas la próxima vez que nos veamos abocados a una discusión. Esperamos que puedan servirte de apoyo y orientarte en futuras ocasiones.


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