Descubre las principales causas de la pérdida de apetito

La depresión, el cáncer, algunas enfermedades endocrinas, el envejecimiento, ciertos medicamentos y hasta el embarazo pueden ser causales de inapetencia. Se necesita un diagnóstico preciso para descubrir el problema de base.
Descubre las principales causas de la pérdida de apetito
Leonardo Biolatto

Revisado y aprobado por el médico Leonardo Biolatto.

Última actualización: 23 enero, 2024

La pérdida de apetito es la disminución del deseo o el interés por comer y tiene diversas causas. Puede ser una circunstancia temporal, que dure apenas unas horas o unos días, pero también es posible que se vuelva persistente, con una presencia de semanas o meses.

Otros términos que la describen son inapetencia o hiporexia. Este último concepto hace referencia a una reducción en el apetito, mientras se siguen ingiriendo algunos alimentos, aunque en menor cantidad. Cuando ya casi no se come nada se habla de anorexia.

Vale aclarar que la anorexia «nerviosa» es un trastorno de la alimentación. Representa uno de los motivos de pérdida del apetito, pero no es el único. Hay personas con anorexia por otras razones, como las que enumeramos a continuación.

1. Infecciones

Las infecciones bacterianas o virales pueden ser una de las causas más comunes de pérdida de apetito. En general, el síntoma mejora en el corto plazo, una vez que se instaura el tratamiento para la enfermedad de base. De todas maneras, durante la etapa aguda, el hecho de no alimentarse puede retrasar la evolución favorable.

Los mecanismos que explican la hiporexia durante una infección son los siguientes:

  • Inflamación: los microorganismos desencadenan una respuesta inflamatoria en el cuerpo. Aparecen más sustancias circulantes en la sangre, como las citoquinas, que influyen en algunas funciones del sistema nervioso central, incluido el apetito.
  • Malestar general: si la infección cursa con fiebre, fatiga y dolores, no tendremos bienestar. Esa falta de confort contribuye, por medios físicos y psicológicos, a que perdamos el apetito.
  • Cambios en el gusto y el olfato: sobre todo con las infecciones del tracto respiratorio superior y las gastrointestinales, podemos experimentar cambios en la percepción de las características organolépticas de los alimentos. Ello conducirá al asco y la aversión hacia ciertas comidas.

Las infecciones que más se asocian a la pérdida de apetito son las siguientes:

2. Ansiedad y depresión

La falta de apetito es un síntoma común en personas que experimentan ansiedad o depresión. Estos trastornos de la salud mental afectan el comportamiento alimentario.

Por un lado, hay desequilibrios en los niveles de los neurotransmisores, como la serotonina y la dopamina, que desempeñan un papel importante en la regulación del apetito. Pero además, la motivación y el interés cambian en lo cotidiano, por lo que es frecuente dejar de lado acciones básicas, como comer o higienizarse.

Según un trabajo científico publicado en Behavioural Brain Research, hay una desregulación de los sistemas de recompensa cerebrales en la depresión. Ello conduce a la anhedonia, que es un síntoma subjetivo equiparable a la falta de ganas de hacer cualquier cosa. Nada genera placer y, mucho menos, la comida.

3. Anorexia nerviosa

La anorexia nerviosa es un trastorno alimentario grave caracterizado por la restricción extrema de la ingesta de alimentos, un miedo intenso a ganar peso y una percepción distorsionada de la propia imagen corporal. Afecta más a mujeres jóvenes, aunque también puede ocurrir en varones.

Las personas con el trastorno pueden desarrollar rituales alimentarios, como cortar la comida en trozos muy pequeños, evitar ciertos ingredientes o comer en secreto. También es frecuente la aversión a comer frente a otros.

Si bien es un problema multifactorial, se han identificado factores de riesgo asociados, como la baja autoestima, la presión social y la personalidad perfeccionista. Algunas investigaciones reconocieron genes que podrían estar vinculados a la predisposición al trastorno, como los encargados de regular la serotonina, pero esto no quiere decir que sea una enfermedad genética ni heredada. Solo se trata de un factor más.



4. Edad avanzada

Los adultos mayores tienen sus propias causas intrínsecas de pérdida del apetito, según desarrolla un artículo de Nursing Older People. Esta hiporexia asociada a la edad sucede de modo gradual, de modo que suele ser un síntoma insidioso y difícil de diagnosticar o detectar.

Los factores físicos, como los cambios hormonales y las modificaciones en el sistema digestivo, hacen su parte. Las hormonas asociadas al apetito reducen su concentración y los movimientos peristálticos suelen ser más lentos.

Aunque también hay factores psicológicos de la edad. Aparecen duelos y pérdidas cercanas con mayor frecuencia, aumenta la prevalencia de depresión y existen déficits neurocognitivos que implican cambios en los hábitos diarios, incluida la alimentación, como reseña una investigación publicada en el International Journal of Geriatric Psychiatry.

5. Enfermedades endocrinas

Las enfermedades que afectan al sistema endocrino son causas de pérdida de apetito en diferentes circunstancias. Aunque no todos los pacientes con una patología hormonal tienen hiporexia, existen algunos ejemplos concretos en los que la inapetencia es un síntoma más, como los siguientes:

  • Hipotiroidismo: cuando la glándula tiroides no produce suficientes hormonas, hay una desaceleración del metabolismo con fatiga y pérdida del apetito. Lo llamativo es que las pacientes aumentan de peso, a pesar de no ingerir más calorías.
  • Enfermedades de las glándulas suprarrenales: estas glándulas producen cortisol y aldosterona. Cuando hay insuficiencia adrenal, es decir, fallo en las funciones de las suprarrenales, el descenso de cortisol podría manifestarse con un menor apetito.
  • Disfunción hipotalámica: el hipotálamo regula muchas funciones corporales, incluida la sensación de hambre. La presencia de tumores en el órgano, alteraciones vasculares que compliquen su circulación o cirugías de encéfalo que lo hayan lesionado, propician su alteración en la producción hormonal.

6. Enfermedades intestinales crónicas

La inapetencia en las enfermedades que afectan el intestino de modo crónico puede deberse a varios factores, como la inflamación constante, el dolor tipo cólico y el impacto psicológico. Las que más se asocian al síntoma son las siguientes:

7. Embarazo

Más allá de los llamados antojos o la subida de peso que ocurre en algunas embarazadas por excesos en la alimentación, hay mujeres que pierden el apetito. Sobre todo, durante el primer trimestre, cuando se presentan náuseas y vómitos.

Uno de los cuadros más graves de esta condición es la hiperemesis gravídica, que obliga a la embarazada al reposo y a la internación para suministrarle líquidos y nutrientes. Los vómitos son tan intensos y frecuentes, que aparece una aversión a la comida, con la consecuente pérdida del apetito.



8. Cáncer

La relación entre el cáncer y la falta de hambre puede deberse a diversos factores, tanto relacionados con la enfermedad como por consecuencias del tratamiento. De acuerdo a las estadísticas, más del 60 % de los pacientes oncológicos manifiestan alteraciones del apetito.

El dolor crónico o los malestares persistentes de la enfermedad alteran el deseo de comer. Se descubrió que las sustancias proinflamatorias elevadas en las personas con cáncer se asocian a menos apetito y más fatiga, por ejemplo.

También hay cánceres que afectan la función normal del sistema digestivo. Ello influye en la tolerancia a determinados ingredientes.

No se debe menospreciar el factor psicológico. El diagnóstico de cáncer y el proceso de abordaje con el tratamiento intensivo pueden tener un impacto significativo en la salud mental, generando ansiedad y depresión.

9. Cirugías abdominales grandes

Tal como advierte una publicación científica de Annals of Surgery, perder el apetito tras una cirugía importante en el abdomen es un problema médico habitual. Ello puede conducir a un retraso en el proceso de recuperación y a complicaciones posquirúrgicas.

En teoría, el estrés de la cirugía modifica la secreción de las hormonas encargadas del apetito. La situación se hace más evidente en intervenciones dedicadas al intestino, en comparación con las que afectan el esófago o el estómago.

10. Abuso de sustancias

Drogas estimulantes, como la cocaína o las anfetaminas, pueden suprimir el apetito. Estas sustancias desequilibran la liberación de ciertos neurotransmisores en el cerebro.

Además, las personas que tienen uso problemático de sustancias ilegales, a menudo cambian sus patrones de sueño y sus rutinas alimentarias. Por ende, hay una menor atención hacia la nutrición. La adicción también se asocia a trastornos de la salud mental, como la depresión y la ansiedad, que influyen en el apetito.

11. Consumo de medicamentos

Estas son algunas clases de medicamentos que pueden presentar falta de apetito como efecto secundario:

  • Quimioterápicos: empleados para el tratamiento del cáncer.
  • Antidepresivos: sobre todo, los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS).
  • Antibióticos: en especial, los de amplio espectro, que son capaces de alterar la microbiota intestinal.
  • Antiácidos: al reducir la acidez del estómago, se puede afectar la vía nerviosa de estímulo del apetito.

12. Alteraciones del olfato y el gusto

Los sentidos del gusto y del olfato juegan un papel fundamental en la experiencia con la comida. Cualquier alteración en ellos influye en la percepción de los alimentos y en el hambre.

Las infecciones del tracto respiratorio superior causan congestión nasal, cambiando el sentido del olfato. Las faringitis, por su parte, provocan modificaciones en el gusto.

También hay condiciones neurológicas que cambian el gusto y el olfato, por ende, derivan en inapetencia. Sucede con los accidentes cerebrovasculares, la enfermedad de Parkinson y el alzhéimer.

¿Cuáles son las consecuencias de la pérdida de apetito?

Algunas causas de pérdida de apetito son puntuales y se resuelven rápido, por lo que no acarrean graves consecuencias. No obstante, la hiporexia sostenida o debida a enfermedades más peligrosas, lleva al bajo peso y la desnutrición.

La anorexia genera depresión del sistema inmunitario, pérdida de masa muscular y sarcopenia, así como alteración del estado de consciencia. En los adultos mayores, la inapetencia aumenta el riesgo de que contraigan infecciones potencialmente mortales.

Si notas que has perdido el apetito o que un ser cercano está comiendo mucho menos, lo indicado sería consultar con un profesional de la salud. Más aún si se constata pérdida de peso considerable en el último tiempo.

La inapetencia podría ser el síntoma inicial o revelador de una condición grave de base que ponga en peligro la vida a mediano plazo. Por eso es importante prestar atención al síntoma y diagnosticarlo correctamente.


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