Cómo educar niños difíciles

Debemos ser muy tolerantes con los niños pequeños. El ejemplo es importante en su educación, por lo que debemos comportarnos adecuadamente para que los niños hagan lo mismo
Cómo educar niños difíciles
Bernardo Peña

Revisado y aprobado por el psicólogo Bernardo Peña.

Escrito por Valeria Sabater

Última actualización: 09 julio, 2023

La educación de los niños difíciles es siempre una tarea complicada. Especialmente cuando se trata de niños nerviosos, rebeldes y un poco agresivos.

Perfiles así, requieren de nosotros, padres, madres, abuelos y educadores; además, de esfuerzo, amor, y unas técnicas que pasamos seguidamente a reflejarte.

La posible personalidad de los niños difíciles

Los niños que manifiestan comportamientos difíciles son fácilmente reconocibles desde que nacen.

  • De bebés, son de los que se despiertan muchas veces durante las noches entre lágrimas.
  • No se adaptan a los cambios, les cuesta coger rutinas y tienen reacciones algo caprichosas, con comportamientos que se salen de la norma.

Algo que también suele identificarles es que no tienen término medio. Sus alegrías son desbordantes, y cuando se enfadan, les cuesta controlar su ira y su rabia.

  • Tan pronto pueden estar golpeando un juguete como abrazándonos y llenándonos de besos.
  • Son también niños que cada dos por tres presentan una rabieta cuando no consiguen lo que desean.
  • Explotan en lágrimas, gritos, golpes y patadas. Es algo muy característico.

Las madres y los padres se quejan de no poder controlarlos. Si no satisfacen sus deseos, los niños acaban montando una escena, ya sea en público o en privado.

  • De ahí que en ocasiones no se atrevan a sacarlos a los parques o a ir a restaurantes con ellos. Es algo tan complejo que la familia vive con sufrimiento.

Los niños difíciles nos chantajean, siempre nos están pidiendo cosas, a veces presentan problemas de inadaptación en el colegio y sus profesores, tienden a estar castigándolos o llamándoles la atención.

¿Cómo lograr enderezarlos? ¿Cómo conseguir que su vida sea más fácil y lograr que maduren con equilibrio y felicidad?

9 pautas para educar niños difíciles

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El amor, el respeto y el diálogo son ingredientes clave para educar niños difíciles.

1. Cuánto antes mejor

La educación en los niños empieza desde el primer día. Lo ideal es establecer rutinas: rutinas de sueño, de comidas, de ocio. Que el escenario donde esté el niño siempre se mantenga estable, tanto de sonidos como de olores.

  • La estabilidad, el equilibrio y las rutinas ayudan a que el niño se desarrolle los primeros meses con mayor equilibrio.

A medida que crece, marca pautas, normas y límites. Pero razona siempre con ellos el por qué lo haces:

  • Debes acostarte pronto porque mañana vas al colegio.
  • Deberás acabar pronto los deberes para después, poder descansar.
  • Debes ayudarnos a poner la mesa y a recogerla porque todos en casa tenemos una responsabilidad.

Si el niño reacciona mal ante sus obligaciones, argumenta con ellos su mal comportamiento y retírale algún beneficio: menos horas de juego en el ordenador, no salir a la calle a jugar…

Indícale que las personas tenemos derechos y deberes. Si hacemos las cosas bien, obtenemos beneficios.

¡Razona siempre con ellos!

2. Las normas deben ser estables y consecuentes

Hay padres que por ejemplo, marcan una norma y luego la olvidan. “Debes venir directo a casa después del colegio”.

  • Si un día no lo cumple y tú no le llamas la atención, él lo seguirá haciendo.
  • Y lo que es peor, entenderá que tus órdenes no sirven de mucho. Debemos ser firmes y consecuentes.
  • Y ello vale para todos los hermanos. Intenta sobre todo no establecer preferencias o diferencias entre unos y otros.

Debe entender que en casa, como en el colegio y la sociedad, hay límites, deberes y obligaciones. Hazle entender que sus caprichos no serán satisfechos si no nos demuestran equilibrio y madurez.

  • “Papá y mamá van a trabajar para que tú tengas una buena vida”
  • “Tú debes demostrarme que eres mayor y responsable para que yo te compre ese juguete o eso que quieres”. Todo premio requiere un esfuerzo.

3. Ayúdales a canalizar la rabia o la ira

Los niños difíciles a menudo presentan rabietas o comportamientos agresivos. Cuando tenga una rabieta, no le hagas caso, no la refuerces ni respondas gritando.

  • Debe entender que las rabietas no sirven absolutamente de nada y que no va a chantajearnos con ellas.

Una vez se haya calmado, llévalo a una habitación tranquila y habla con él, dile que ese comportamiento no es de un niño mayor y responsable, y que te sientes decepcionada cuando hace eso. Hazle pensar.

Dile que las patadas y los golpes no sirven de nada, que quien pega solo recibe odio. Hazle entender qué es la empatía.

  • ¿Por qué le has pegado a ese niño del colegio, por qué lo has insultado?
  • ¿Cómo crees que te sentirías tú en su lugar?
  • ¿Te gustaría que a ti te trataran así?

Siempre que puedas proponle situaciones donde desarrolle la empatía. “¿Cómo crees que se siente hoy la mamá? ¿Por qué crees que está enfadado tu hermano? Permite también que exponga sus emociones en voz alta y que hable siempre de ellas.

Niña haciendo una rabieta
Los niños necesitan de sus padres para aprender de sus errores y mejorar como personas.

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4. Fomenta actitudes positivas

Hay padres que solo se fijan en lo que sus hijos hacen mal. Se pasan el día recriminándoles cosas, llamándoles la atención de lo malos que son, o de los errores que cometen.

  • Es un riesgo, al final tendremos niños con baja autoestima y que además, sienten rabia hacia sus padres porque siempre los castigan.

Hemos de ir con cuidado. Lo ideal es que refuerces siempre aquello que hace bien, y que cuando hagan algo mal, en lugar de gritarles o recriminarles algo, le expliques cómo debe hacerlo para que esta vez salga bien.

Dale apoyo, demuéstrale que le quieres y que es importante para ti, que es lo mejor de tu vida. Si se siente querido, apoyado, si entiende dónde están los límites y dispone de una educación democrática y no autoritaria, aprenderá a reflexionar y a mejorar su carácter.

5. Mantén el control

Los niños rebeldes identifican con facilidad cuando un adulto ha perdido el control. Además, suelen manejar con suma habilidad este tipo de situaciones llegando a exasperar a los adultos. Mantener el control y no manifestar enfado es clave. ¿Cómo lograrlo?

No alces la voz y razona. Hará como que no escucha o manifestará enfado para no tratar de escuchar. En la crisis lo irritan las palabras dichas en tono pausado y firme. Hazle saber que no estás dispuesto a renunciar a las palabras y que nada podrá afectar esta condición.

6. Que asuma su responsabilidad

Un niño difícil debe responsabilizarse de su comportamiento, llegar por sí mismo a una conclusión sobre su conducta. Forzarlo, creará el efecto contrario.

En ese sentido, en vez de decirle lo que tiene que hacer, brindémosle opciones para que tome sus propias decisiones, en el marco claro está, de condiciones preestablecidas. La dimensión de esa responsabilidad la conocerá de parte del adulto quien, ha de transmitírsela de distintas maneras, no exactamente en forma de órdenes sino como abanico de opciones que no puede desestimar.

Cuando ha elegido, tendrá muchas más posibilidades de asumir la responsabilidad de lo que haga o deje de hacer. De alguna manera, las limitaciones que provoque su incumplimiento, negativa o rebeldía, se traducirán en consecuencia de sus propios actos.

7. Normas razonables

Antes de esperar a que acate las normas, asegúrate de que son justas, adecuadas a sus necesidades y desarrollo. Los intereses de los niños son diametralmente opuestos a los de sus padres, por razones obvias. Por ejemplo, el concepto o la idea de “educación” que suponen las tareas escolares, a veces difiere como la noche del día de la idea que se hace el niño de las copias, dictados y ristras -“aburridas”, como las llama-, de números.

De modo que, en vez de obligar y esperar a que el niño haga lo que “tiene” que hacer, mide con la vara del sentido común si lo que está apuntado que haga se corresponde con su naturaleza, sus necesidades y proyectos. Aun siendo así, es probable que se resista y se niegue, mas si está dentro de lo posible, ya tendrás que tejer los argumentos para convencerlo, para hacerle entender que es por su bien.

8. No descuides su autoestima

Cuando reacciona con violencia a las órdenes o se niega a cumplir sus deberes, deja a la vista una forma de ser en construcción afectada por problemas de autoestima. Si la necesidad de diferenciarse del otro no es canalizada de manera adecuada, explotan las conductas negativistas y disruptivas, a la postre perjudiciales para todos. 

Como padre podemos prevenir, facilitando y ayudando a interiorizar un conjunto de normas y valores que permita el desarrollo adecuado de la autoestima. Y como afirma este documento de la UNICEF “un pequeño con la autoestima dañada siempre se sentirá en desventaja y experimentará baja tolerancia al fracaso y a la frustración”. De aquí a la oposición desafiante solo hay un paso.

9. La rebeldía es un modo de oponerse a lo ya dado

En buena medida, la libertad encuentra cauce en el sonoro y mortificante no de los niños. Que hagan lo que le decimos, da pie a que decidan no hacerlo, no cumplir, desafiar las órdenes de los mayores.

En ese acto no solo expresa su libertad, sino que crea las condiciones para inventar. Decide hacer lo que quiere hacer y hace a un lado las recomendaciones para actuar según su criterio. Por supuesto, necesita acompañamiento, sugerencias, protección, y si partes del principio de que está tomando senderos propios, acompáñalo con palabras y acciones en esa dirección, aunque pudiera estar equivocada.

Si ves que no conduce a una situación grave, permite que se equivoque. Le hará bien. Acaso se dirija a tí para encontrar el camino. Es pues, tu momento de orientarlo, pero no le tomes de la mano durante todo el recorrido, ponlo en el umbral y que lo intente nuevamente solo.

¡Educar es toda una aventura!

Lo que aquí se ha expuesto son recomendaciones que no están avaladas por un profesional. Dado que podrían no funcionar en tu caso, te recomendamos acudir a un especialista en busca de ayuda.


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