
En España, según los datos publicados en 2018 por el mayor estudio sobre inactividad física realizado hasta la fecha, un 36,8% de la población no practica suficiente actividad física. Y lo peor es que, lejos de mejorar, la cifra continúa…
Los refrescos parecen inofensivos, pero cada vez que tomas uno tu salud se deteriora lentamente. Es tiempo de cambiar los malos hábitos.
Los refrescos son deliciosos y calman la sed, pero son una auténtica bomba de azúcar que nuestro organismo solo logra tolerar desajustando sus balances naturales. Por eso, ese placer momentáneo del consumo de refrescos causa una gran cantidad de problemas de salud a largo plazo.
Incluso esos que anuncian como refrescos ligeros y bajos en calorías son igual de perjudiciales. Aunque tienen edulcorantes alternativos al azúcar tradicional, la evidencia demuestra que también son causantes de obesidad y, además, incrementan las ganas de comer.
La Asociación Americana del Corazón recomienda una ingesta menor de 25 gramos de azúcar al día para adultos y menos para niños. Una lata pequeña de soda de 12 onzas contiene 39 gramos de azúcar, más otros azúcares agregados.
Conocer los problemas que causan los refrescos puede ser una buena motivación para encontrar otras bebidas que realmente sacien la sed y sean beneficiosas para la salud.
La fructosa del azúcar y el jarabe de maíz de los refrescos solo puede ser procesada por el hígado. Pero los estudios demuestran que el exceso de fructosa se convierte en grasa acumulada. Parte de esa grasa se convierte en triglicéridos en la sangre, mientras el resto permanece en el hígado.
Además de la grasa en el hígado, la fructosa se convierte también en grasa abdominal. Esto, según está demostrado, es una de las principales causas de diabetes y enfermedades cardiacas.
Te puede interesar: ¿Cómo contrarrestar la obesidad?
La insulina lleva la glucosa de la sangre a las células, pero los refrescos provocan que las células se hagan insensibles a la glucosa por resistencia a la insulina. Cuando esto ocurre, el páncreas comienza a producir exceso de esta hormona.
Este fenómeno es conocido como síndrome metabólico, causante de hipertensión, exceso de grasa o triglicéridos y colesterol en sangre, entre muchos otros problemas.
Un estudio realizado en 170 individuos y liderado por el Centro de Investigación Preventiva de la Universidad de Stanford, California, reveló que el consumo de refrescos una vez al día, todos los días, incrementa el riesgo de contraer diabetes tipo 2.
Otro estudio realizado en varios países con 60 mil personas determinó que quienes toman al menos dos refrescos a la semana, tienen un 87 % más de posibilidades de contraer cáncer de páncreas.
El refresco hace que los niveles de potasio del organismo desciendan a niveles mas bajos de lo normal. Esto puede ocasionar el llamado Síndrome del QT Largo, que consiste en anormalidades de los canales de potasio y sodio del corazón y provoca arritmias cardiacas.
Quizá te interese: 8 alternativas naturales para sustituir el azúcar
Uno de los ingredientes de los refrescos es el ácido fosfórico, que se usa para su conservación. El fósforo es necesario para el organismo, especialmente para el cerebro y las funciones de la memoria. Sin embargo, su exceso es problemático.
El calcio y el fósforo conviven en balance en nuestro cuerpo. Cuando el fósforo aumenta sus niveles, evita la asimilación del calcio. El consumo de refrescos continuado puede terminar produciendo una descalcificación y enfermedades como la osteosporosis.
Tanto los azúcares como los edulcorantes artificiales, en el caso de los refrescos dietéticos, favorecen el sobrecrecimiento bacteriano en el intestino y en especial de las bacterias malas.
El exceso de bacterias puede generar el síndrome de intestino irritable, que puede causar problemas como irritación intestinal, deficiencias inmunológicas y hasta pérdida de memoria.
En particular, los edulcorantes artificiales están relacionados con el aumento de la bacteria Clostridium difficile, que es uno de los principales causantes de infecciones estomacales en los últimos años, según estudios del doctor Robert Briton, del Colegio de Medicina Baylor.
Sin lugar a dudas, lo más saludable es el agua. “No importa si es pura, carbonatada o de sabores. Lo importante es que no tenga azúcar ni edulcorantes”, dice Allison Sylvestky, de la Universidad de Georgetown, en Washington.