¿Cuáles son los cambios psicológicos de la adolescencia?

Acompañar a un adolescente es complicado, pero más difícil es serlo. Están inmersos en una montaña rusa de desafíos emocionales y cambios psicológicos complejos. Descubre más.
¿Cuáles son los cambios psicológicos de la adolescencia?
Leticia Martín Enjuto

Revisado y aprobado por la psicóloga Leticia Martín Enjuto.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 14 noviembre, 2023

Los cambios psicológicos de la adolescencia son inevitables y no siguen un único patrón. Sin embargo, podemos identificar algunos rasgos comunes como la necesidad de privacidad, un autoconcepto más complejo y la sensación de ser juzgado e incomprendido, entre otros.

Para apoyar a los hijos y ayudarlos a sobrellevar estos desafíos, es indispensable entender que no es prudente ejercer presión ni imponer reglas a rajatabla. La clave está en establecer una buena comunicación, donde el respeto y la empatía sean prioritarios. Profundicemos en los cambios fundamentales tanto a nivel psicológico como social que definen esta etapa de la vida.

Los intrincados cambios psicológicos de la adolescencia

Para empezar, el cuerpo entra en un período de transformación total. A partir de esto se desencadenan no solo cambios físicos evidentes, sino también a nivel psicológico. Este período, marcado por la crisis de identidad y preguntas sin respuesta, expone a los jóvenes a desafíos emocionales profundos.

Se pueden distinguir diferentes etapas de la adolescencia, que marcan el ritmo del desarrollo e implican diversos cambios. Estos, lejos de ser atípicos, son normales y necesarios, pues forman parte del crecimiento humano y sirven como preparación para la transición a la adultez.

Ahora, exploremos más a fondo estos procesos.

1. El pensamiento se complejiza

Durante esta etapa, suelen producirse notables progresos en la capacidad para pensar en términos abstractos, lo que el reconocido epistemólogo suizo Jean Piaget llama «pensamiento formal».

Esto le permite al adolescente reflexionar sobre situaciones hipotéticas, así como abordar operaciones lógicas y matemáticas con mayor destreza. Este crecimiento cognitivo es fundamental, ya que facilita la exploración de ideas más complejas y la resolución de problemas de manera más sofisticada y creativa.

2. Se explora y forja la identidad

El desarrollo de la identidad se convierte en el epicentro de sus reflexiones, donde preguntas como «¿quién soy?» y «¿qué quiero?» resuenan con intensidad, dando lugar a crisis emocionales o cambios de humor abruptos.

Es durante este período que la personalidad se consolida. Los jóvenes comienzan a desafiar las normas parentales y manifestar sus opiniones e intereses personales, aspectos importantes que moldearán su ser. Buscan independencia para elegir a sus amigos o parejas, marcando un paso crucial hacia la autonomía.



3. El autoconcepto se moldea de acuerdo a los cambios físicos

Los cambios biológicos que acompañan la llegada de la pubertad ponen a los adolescentes en aprietos. Surge la necesidad de adaptarse a un cuerpo irreconocible y una nueva imagen física.

La autoestima de los jóvenes suele ser ambigua y fluctuante. En ciertos momentos, pueden experimentar momentos de inseguridad y duda, a medida que se adaptan a esta evolución física. Esto afecta la forma en la que se ven a sí mismos y cómo creen que los demás los perciben. Sin embargo, en otras ocasiones, se sienten fuertes y capaces de enfrentar cualquier desafío o peligro con valentía.

4. Las emociones se vuelven más intensas y contradictorias

Se encuentran en un torbellino de sentimientos intensos y, a menudo, contradictorios. Suele presentarse una sensación de soledad e incomprensión, a pesar de la prioridad de estar entre pares.

La búsqueda de pertenencia y aceptación social se intensifica contribuyendo al desarrollo de la identidad, mientras que, al mismo tiempo, nace la necesidad de privacidad y espacio personal.

Su actitud frente a los adultos es opuesta a la que adoptaban años atrás, ya que ahora tienden a manifestar comportamientos más agresivos, rebeldes e inestables. Sin duda, esto desconcierta a los padres. Además, se encuentran enfrentando un cambio significativo en la dinámica familiar.

5. Se comienzan a explorar las relaciones íntimas

Otro de los cambios psicológicos categóricos de la adolescencia se asocia con la experimentación y comprensión de la propia sexualidad. A medida que los jóvenes se adentran en esta fase, no solo comienzan a explorar vínculos más cercanos y significativos, sino que también se embarcan en el viaje de entender su identidad sexual y sus deseos.

Es un período de autodescubrimiento sobre sus límites y preferencias que contribuye además con la construcción de relaciones afectivas saludables en el futuro.

6. La valoración de la apariencia gana terreno

Crece la importancia que se le otorga a la opinión de los demás sobre la propia apariencia. La estética y el estilo personal toman un papel crucial en la formación de la autoimagen, ya que se consolidan como medios para expresar la individualidad y buscar aprobación.

Como se destaca en un trabajo publicado en la Revista Chilena de Pediatría, es común que los adolescentes crean que sus pares están tan pendientes por su apariencia y conducta como ellos mismos. Podría decirse que tienen una «audiencia imaginaria» y piensan que los demás son críticos o admiradores.

Por otro lado, este enfoque puede dar lugar a problemáticas como la anorexia o la bulimia. La presión por cumplir estándares poco realistas puede llevarlos a comportamientos perjudiciales y potencialmente peligrosos para la salud física y mental.

7. Aunque el egocentrismo no desaparece por completo, disminuye

Si bien se mantiene cierto rasgo egocéntrico que caracterizaba la infancia, se observa una reducción significativa. Este cambio aumenta la probabilidad de que los jóvenes se interesen no solo en asuntos políticos y sociales, sino también en iniciativas solidarias.

Entonces, se evidencia una mayor sensibilidad hacia las problemáticas sociales y sus objetivos existenciales pasan a estar más relacionados con la trascendencia.

La empatía adquiere una importancia más destacada, alcanzando un punto alto en el desarrollo de su conciencia social. Este concepto se refiere a comprender y considerar las dinámicas sociales, así como las necesidades de los demás y la interconexión entre individuos.



¿Cómo acompañar estos cambios psicológicos propios de la adolescencia?

Durante la adolescencia, se experimenta una «segunda individuación», que implica la definición personal y social. Este período incluye procesos profundos de exploración y búsqueda de pertenencia, destacándose la diferenciación del entorno familiar.

En este contexto, el papel de los padres adquiere una importancia crucial. Aquí algunas pautas para brindar un acompañamiento efectivo.

  • Fomenta un diálogo abierto y asertivo: la buena comunicación con el adolescente es fundamental. Asegúrate de establecer un espacio donde tu hijo adolescente si sienta cómodo compartiendo sus emociones, dudas, miedos y preocupaciones.
  • Busca un equilibrio entre brindar cuidado y respetar la privacidad: debes reconocer la importancia de estar presente para ofrecer protección, sin que eso implique invadir su espacio personal. La clave radica en estar disponible cuando lo necesitan y permitir momentos en intimidad para que desarrollen su autonomía.
  • No minimices sus emociones o preocupaciones: estar presente, escuchar, validar lo que sienten y brindar apoyo activo es esencial. No subestimar sus problemas o desafíos contribuye a fortalecer la conexión emocional.
  • Educa sus habilidades de afrontamiento: un aspecto clave es instruir en habilidades de afrontamiento. De este modo, cuando el adolescente se encuentre ante una toma de decisión, hará uso de los diferentes mecanismos de gestión que tenga en su haber. Para ello, es aconsejable trabajar en técnicas de respiración y relajación, así como en una pertinente gestión emocional.

Considera el apoyo terapéutico si es necesario

Es normal tener dudas sobre cómo acompañar los cambios psicológicos de la adolescencia de un hijo. En tal caso, puedes contemplar la posibilidad de buscar orientación profesional.

La consulta con un especialista puede proporcionarte herramientas y estrategias específicas para abordar situaciones particulares. Recuerda que pedir ayuda no es signo de debilidad.


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