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Aunque a veces podamos tener ciertas diferencias, los hermanos mayores se caracterizan por su atención incondicional hacia los menores y por ser un ejemplo para estos en cada aspecto de su vida
Los hermanos mayores no pidieron serlo. Un buen día sus vidas cambiaron con la llegada de ese hermano menor. Ese pequeño algo consentido y llorón al que sus padres, de pronto, le ofrecían casi todas las atenciones.
Le costó algún tiempo asumir que ya no era el hijo único de la casa. Que ya no era el príncipe a quien iban destinados todos los juguetes y todas las caricias.
Tuvo que aprender a compartir afecto, a cuidar de su ropa y sus libros, para que después pudieran ser heredados por el hermano o los hermanos menores.
Casi sin saber cómo, a esos años de pequeños celos y duras concesiones, le siguió algo extraño que no sabía muy bien cómo definir. A medida que crecía tuvo claro que tenía un papel, un derecho y una obligación:
Te invitamos a reflexionar sobre ello.
No todo el mundo mantiene una buena relación con sus hermanos mayores. Sin embargo para la gran mayoría de la población suponen un apoyo psicológico y emocional imprescindible.
Compartimos con ellos un mismo origen y una misma historia que, en ocasiones, puede no haber sido precisamente fácil.
Ellos nos dan raíces, nos unen a esos días tan decisivos como son la infancia y la primer juventud. Son ellos también quienes nos apoyan en estos días de madurez.
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El hermano mayor, se vio obligado en su momento a replantearse en muchos aspectos, cuando a su vida llegaron nuevos invitados reclamando su “posición”.
Para muchos niños es, sin duda, algo complejo y los padres deben aprender a gestionarlo. Es necesario cubrir las necesidades afectivas de todos los hermanos por igual.
Solo cuando todos los hijos se ven queridos de la misma forma por sus padres se aplacan los miedos y las dudas. Esto da paso a una dimensión mucho más enriquecedora y poderosa: los hermanos mayores se vuelven protectores para con los más pequeños.
Cuando la relación que se mantiene con los padres es algo compleja o no es tan satisfactoria como debería, el vínculo que establecen los hermanos es mucho más intenso.
Ese pequeño círculo vital entre hermanos mayores y menores se alza como un muro donde protegerse. Es allí donde se consigue apoyo y estrategias emocionales para hacer frente a alguna dificultad.
Estos son hechos que, si se viven en la primera infancia, no suelen olvidarse en la madurez.
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Puede que no te lo diga a menudo. De hecho, es muy posible que ese hermano mayor no sea de los que exteriorice muy a menudo cuánto te quiere o lo que significas en su vida. Ahora bien, lo puedes intuir en:
Los hermanos mayores son un pilar en tu vida. A menudo, hacen que te preguntes cómo sería tu día a día sin ese lazo excepcional y maravilloso.
Resulta curioso cómo, a menudo, se dice aquello de que los hermanos “son los enemigos que más queremos” . Allí se reflejan esos complejos años de infancia en los que las travesuras, los gritos y los celos marcaron algún que otro momento.
Sin embargo, todos esos retazos vitales nos sirven, además, para educar mucho mejor a nuestros hijos en el futuro ya que:
Una infancia habitada por el amor, el afecto y el respeto es vital para que todo niño crezca de forma madura, segura y libre.
Si además tienen la suerte de tener a un hermano mayor a su lado, descubrirán a esos “mejores amigos” que no tuvieron que escoger, figuras de gran trascendencia que enriquecerán más sus vidas y con los que contarán cada día.