Hígado graso, la enfermedad silenciosa que puede derivar en cáncer

La presencia de grasa en exceso en el hígado puede no generar síntomas. Sin embargo, aumenta el riesgo de cáncer.
Hígado graso, la enfermedad silenciosa que puede derivar en cáncer
Leonardo Biolatto

Revisado y aprobado por el médico Leonardo Biolatto.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 07 enero, 2024

El hígado graso es una de las enfermedades más frecuentes en el mundo y su relación con el cáncer preocupa a la comunidad médica. Dado que entre el 20 % y el 30 % de la población lo padece, es de esperar que una parte de ese grupo evolucione a patologías más severas y a complicaciones.

También hay preocupación porque niños y adolescentes presentan acumulación de grasa en sus hígados de manera temprana. Esto denota el problema de fondo que se puede atribuir a los hábitos poco saludables de sedentarismo y consumo de alimentos procesados y ultraprocesados.

En ese contexto, es importante repasar la conexión que existe entre el hígado graso y el cáncer. Los investigadores analizan esta información para tomar medidas que puedan prevenir la evolución a una enfermedad maligna. Así que al final de este artículo encontrarás recomendaciones para combatir la acumulación de lípidos en tu hígado y reducir el riesgo de complicaciones.

¿Qué es el hígado graso?

El hígado graso es una condición en la cual se acumula un exceso de grasa en las células hepáticas. Es normal que el órgano tenga algo de lípidos, pero la presencia por encima de ciertos parámetros se considera patológica.

Según la revista Liver International, si más del 5 % de las células del hígado tienen vesículas de grasa en su interior, entonces estamos ante un hígado graso. Estas vesículas serán visibles a través de un estudio de imagen, como la ecografía.

¿Por qué aparece el hígado graso?

No hay una relación lineal entre una única causa de hígado graso y su aparición posterior. En realidad, se conocen factores de riesgo que podrían favorecer su desarrollo.

Como podrás corroborar, estos factores se vinculan con un estilo de vida común en las sociedades modernas:

  • Obesidad: sobre todo la concentrada en el abdomen y la cintura.
  • Resistencia a la insulina: las personas con dificultades para responder a la acción de la insulina tienen mayor tendencia a acumular lípidos en su hígado.
  • Consumo excesivo de alcohol: es el causante de una variante específica de hígado graso, además de ser un factor de riesgo directo para cáncer.
  • Dieta hipercalórica: consumir cantidades elevadas de azúcares simples y grasas saturadas se asocia a la transformación de los nutrientes en lípidos dentro del órgano.

La genética también juega un papel fundamental en esta enfermedad. Sin embargo, solo podemos hablar de predisposición.

De hecho, investigadores de Buenos Aires, Argentina, afirman que todavía no hay una identificación precisa de genes que ocasionen el hígado graso de manera directa. Por lo tanto, tampoco podemos hacer un análisis de ADN para reconocer a las personas con mayor riesgo.

Tipos de hígados grasos

Existen dos tipos principales de hígado graso:

  1. No alcohólico: es la forma más común y se asocia con la obesidad y la resistencia a la insulina. Su presentación más simple no suele generar síntomas, pero puede evolucionar con el añadido de inflamación, en cuyo caso se convierte en esteatohepatitis no alcohólica. Luego, desde ese punto, podrá convertirse en cirrosis o desencadenar cáncer.
  2. Alcohólico: es un tipo de hígado graso directamente relacionado con el consumo excesivo y crónico de alcohol. También evoluciona hacia la fibrosis y la cirrosis, con series posibilidades de cáncer.

¿Cómo se diagnostica?

La mayoría de las personas con hígado graso no tienen síntomas evidentes. Podrán presentarse señales inespecíficas, como fatiga, dolor abdominal o sensación de hinchazón, pero nada más.

Solo la evolución a cuadros más graves presenta signos llamativos, como la coloración amarillenta de piel y mucosas o las alteraciones en la coagulación de la sangre. De otro modo, suele descubrirse la condición a través de un estudio de imagen que se solicita por otro motivo. Por ejemplo, una ecografía por una sospecha de cálculos en la vesícula, permitirá al médico medir la cantidad de grasa en el hígado.



¿Puede el hígado graso transformarse en cáncer?

Sí, el hígado graso puede, en algunos casos, progresar hacia una condición más grave, que es la esteatohepatitis, para luego derivar en cirrosis y en cáncer de hígado. Tanto la inflamación como la fibrosis presentes en estas complicaciones afectan a las células del órgano, provocando su desorganización y su crecimiento anormal.

No todas las personas con hígado graso desarrollarán cáncer. La progresión depende de diversos factores y de los cambios o no que se implementen en el estilo de vida.

En números, y siguiendo los datos publicados en el Indian Journal of Medical Research, hasta el 15 % de las personas con obesidad e hígado graso tendrán cirrosis. Entre ellas, hasta el 27 % tendrá cáncer de hígado. Si tomamos un periodo de seguimiento de un año, de todas las personas con hígado graso en el mundo —sean obesas o no, tengan cirrosis o no—, más del 2 % desarrollará cáncer hepático.


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Las mujeres parecen estar en mayor riesgo

Un seguimiento de pacientes suizos, entre 1990 y 2014, encontró que la incidencia de hígado graso y de cáncer hepatocelular aumentó con el paso de los años. Es decir, cada vez más personas tienen la condición de acumulación de lípidos en su hígado, lo que parece correlacionarse con un mayor diagnóstico de la enfermedad maligna.

Los investigadores notaron que en las mujeres, durante los 25 años de seguimiento, el incremento de los porcentajes fue mayor. Los varones habrían aumentado su riesgo en un 12 % como máximo, mientras que ellas se elevó hasta un 29 %.

La cirrosis y la diabetes aumentan más el riesgo de cáncer

El hígado graso puede derivar en cáncer, pero dentro del grupo de los afectados hay algunos con mayor riesgo, además de las mujeres. Se trata de aquellos que se han complicado con cirrosis o que viven con diabetes.

Un estudio publicado en 2021 en la revista Hepatology afirmó que la diabetes es un factor de riesgo añadido importante. Mientras más tiempo se encuentre sin controlar, mayor será la probabilidad del desarrollo de tumores.

El hígado graso aumenta el riesgo de cualquier tipo de cáncer

En el Journal of Hepatology se presentó, en el año 2019, un estudio sobre la incidencia de cáncer en personas que habían tenido antes hígado graso. Se estudiaron a 4722 voluntarios con hígado graso no alcohólico y 14 441 sin la condición. Tras un seguimiento de 8 años, la presencia de hígado graso se asoció con un 90 % más de riesgo de desarrollo de malignidad.

Pero lo llamativo es que estamos hablando de cualquier tipo de cáncer y no solo de hígado. Además, en las personas obesas que no tenían hígado graso, el riesgo era menor. Por lo tanto, se concluyó que la condición aumentaba la probabilidad de manera independiente al peso y para cualquier otro órgano.

El hígado graso aumenta el riesgo de metástasis también

No solo hay una asociación con el cáncer de hígado y otros cánceres primarios. Investigadores de China corroboraron que los pacientes con cáncer colorrectal presentan más metástasis en sus hígados cuando estos son grasos.

De alguna manera, y aunque todavía no está claro el mecanismo, se asume que las vesículas de grasa en el hígado estimulan a las células malignas de otras partes del cuerpo a instalarse allí. Una teoría, publicada en Cell Metabolism en 2023, plantea que la grasa transporta información genética extraída de las células hepáticas.

Cuando esos genes entran en contacto con células malignas, las estimulan a replicarse en ese sitio. Y así aparecen nuevas metástasis.



¿Se puede prevenir el paso de hígado graso a cáncer?

A la fecha, no existen tratamientos médicos aprobados para el hígado graso. Por lo tanto, ningún médico te prescribirá un fármaco específico para la condición.

De todas maneras, sí se pueden indicar medicamentos para mejorar síntomas asociados o controlar complicaciones. Pero la clave está en el cambio del estilo de vida. Hay alimentos que debes comer de modo prioritario para mejorar el hígado graso, así como hay otros productos que tendrás que evitar.

Frutas, verduras y algunas infusiones te ayudarán. Al contrario, los ultraprocesados y las dietas hipercalóricas podrían acelerar la acumulación de lípidos en el órgano, favoreciendo la inflamación y la progresión a cirrosis.

Bajar de peso, si tienes obesidad, es fundamental. Las reducciones del volumen corporal inciden de modo positivo en el hígado graso. Para ello, sería óptimo tener una rutina de ejercicios que acompañe a la dieta, ya que la actividad física también se asocia con un menor riesgo de cáncer.

En definitiva, se trata de reforzar hábitos saludables generales. Es posible que no tengas señales del hígado graso, pero sabemos que un cuarto de la población mundial adulta lo padece. Por lo tanto, en lugar de esperar a que sea demasiado tarde, conviene pasar a la acción.

Y si ya tienes un diagnóstico, consulta con un profesional de la salud para elaborar un plan de cambio del estilo de vida a medida. Con la guía especializada es más fácil comer mejor, hacer ejercicio y cumplir con los controles regulares.


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