Inflamación celular y obesidad

La inflamación celular se trata de un estado inflamatorio imperceptible que, aunque surge con un objetivo de defensa, resulta perjudicial cuando se cronifica. En estos casos acaba provocando estados no fisiológicos tales como la obesidad.
Inflamación celular y obesidad
Daniel Baldó Vela

Escrito y verificado por el enfermero Daniel Baldó Vela.

Última actualización: 06 julio, 2023

¿Sabías que quienes padecen obesidad presentan lo que se conoce como un estado inflamatorio de bajo grado? Todavía no se conoce si dicho estado precede o sucede al aumento de peso, aunque está claro que la relación entre inflamación celular y obesidad existe. A continuación te explicamos en qué consiste y cómo resolverla. 

El estado inflamatorio propio de las personas con obesidad pone de manifiesto una vez más que nuestra conducta alimentaria -pensamientos, decisiones y acciones relacionadas con la alimentación- va más allá del querer o no querer, siendo nuestra relación con la comida mucho más compleja que eso.

 

¿Qué es la inflamación celular? 

Hablamos de inflamación celular silenciosa -o de bajo grado- para referirnos a la inflamación imperceptible de un órgano o tejido que se produce como consecuencia de la activación de mecanismos inflamatorios en respuesta a la detección de una amenaza.

Sin embargo, aunque se trata de un importante mecanismo de defensa, su activación estimula la secreción de enzimas que atacarán al tejido sano para deshacerse del problema. Así, si se cronifica -por una continua exposición a agentes nocivos- termina por dañar al órgano o tejido en cuestión.

 

Inflamación celular y obesidad

Actualmente la obesidad puede ser definida como un estado inflamatorio crónico de bajo grado dado por:

  • Cambios en la microbiota intestinal
  • Estrés oxidativo
  • Liberación excesiva de factores pro-inflamatorios
  • Sobre-activación de macrófagos periféricos

En este sentido, parece que la relación entre inflamación celular y obesidad comienza en el tejido adiposo: los adipocitos hipertrofiados de una persona obesa secretan citoquinas pro-inflamatorias y estas, a su vez, atraen a macrófagos pro-inflamatorios. Todas estas sustancias acaban diseminándose por el organismo.

A ello se suma que la mayoría de los hábitos generadores de obesidad -estrés, comida basura, insomnio, sedentarismo- son pro-inflamatorios per se y, junto a las sustancias pro-inflamatorias asociadas al tejido adiposo de las personas con obesidad, acaban generando un estado inflamatorio generalizado que afecta a la mayor parte del organismo.

De este modo la inflamación generada por el tejido adiposo se ve agravada por la provocada por los factores que lo generan. Es decir que la obesidad tiene dos focos responsables de su estado inflamatorio: el tejido adiposo y los hábitos nocivos que están detrás de él.

inflamación celular obesidad
El tejido adiposo es uno de los principales responsables de la inflamación celular

Inflamación celular y resistencia a hormonas 

El resultado final es la aparición de resistencia a la insulina -hormona encargada de almacenar grasa- y a la leptina -hormona responsable de la saciedad. Esto se traduce en aumento del apetito, incremento de la grasa corporal y, con ello, aumento de la inflamación celular.

Así podemos ver que inflamación celular y obesidad -exceso de grasa corporal- conforman un circuito de retroalimentación positiva y que cuanto mayor es la obesidad mayor es el estado inflamatorio y viceversa.

 

¿Cómo resolver la inflamación celular? 

De acuerdo a lo anterior podemos entender que resolver la inflamación celular se hace imprescindible si se quiere hacer un abordaje eficaz de la obesidad. A continuación te contamos qué puedes hacer para afrontar dicho estado inflamatorio.

Omega 3 (EPA) 

La investigación actual demuestra que el ácido eicosapentaenoico (EPA) tiene un gran poder anti-inflamatorio y que, cuando se suplementa en las dosis óptimas, es eficaz contra la inflamación celular.

Debemos seleccionar suplementos de omega 3 que garanticen su máxima absorción y que no contengan metales pesados como el mercurio.

En este sentido se podría pensar que su suplementación es prescindible. Sin embargo aunque es cierto que el EPA se encuentra en determinados alimentos, nuestra dieta no puede proporcionarlo en la cantidad suficiente -la principal fuente natural es el pescado azul, que suele consumirse cocinado y el calor oxida el omega 3.

Dicho efecto térmico podría evitarse recurriendo a alimentos vegetales que, siendo ricos en omega 3, pueden consumirse sin ser sometidos a ningún tratamiento térmico. Es el caso de las nueces y, aunque es cierto que contiene omega 3 (ALA), este no es aprovechable por nuestro organismo

Alimentos ricos en omega 3

El papel del ácido butírico en la inflamación celular 

La suplementación con ácido butírico también ha demostrado ser eficaz contra la inflamación celular. A la hora de comprarlo debemos asegurarnos que el producto tenga cubierta entérica dado que solo así el ácido butírico llegará hasta el intestino sin haberse degradado.

No obstante, en este caso y a diferencia de lo que ocurre con el omega 3, la suplementación no es necesaria. Para obtener ácido butírico de manera natural basta con tener una microbiota intestinal saludable y consumir suficiente cantidad de fibra soluble

Evitar conductas pro-inflamatorias 

Dentro de las conductas que favorecen el estado inflamatorio del que venimos hablando nos encontramos con:

  • Insomnio.
  • Sedentarismo.
  • Estrés.
  • Consumo de grasas nocivas: cordero, partes grasa del cerdo y la ternera, vísceras, bollería industrial.
  • Ingesta de azúcar: azúcar de mesa, alimentos procesados.
  • Consumo de alimentos de alto índice glucémico: arroz blanco, pasta blanca, harinas, pan blanco.
  • Alta exposición a contaminación ambiental.
  • Consumo de tóxicos: alcohol, tabaco.
  • Uso excesivo de productos químicos: perfumes, desodorantes.

Antioxidantes contra la inflamación celular 

Si queremos combatir la inflamación celular es fundamental aumentar el consumo de anti-oxidantes. Esto se puede realizar a través de alimentos como la fruta, la verdura, los frutos secos y el aceite de oliva virgen extra. O por medio de suplementos a base de vitamina E, selenio o astaxatina por ejemplo.

Cuando hablamos de obesidad, solemos caer en el error de pensar que solo es una cuestión de fuerza de voluntad. Sin embargo ese querer o no querer tiene un origen que es necesario resolver para modificar el comportamiento obesogénico. Y la inflamación celular es una de las partes del mismo.

 


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