"Si lo hubiera sabido": arrepentirse de lo que ya ha pasado

En lugar de arrepentirse por lo que se haya podido hacer o no, lo importante en estos casos es aprender de lo ocurrido para no volver a cometer los mismos errores
"Si lo hubiera sabido": arrepentirse de lo que ya ha pasado

Última actualización: 06 julio, 2023

Si lo hubiera sabido, no me habría casado con él; si lo hubiera sabido, no me habría esforzado tanto… Muchas son las oportunidades para arrepentirse de una situación experimentada. No obstante, esto provoca un sufrimiento inútil.

Pensar en lo que podríamos haber hecho y no hicimos, creer que las cosas podrían haber transcurrido de otra manera es algo que nos tortura y que favorece a que en nuestra mente surjan los pensamientos rumiantes.

Todo ello trae consigo un sentimiento de culpa enorme que se traduce en multitud de problemas que nos impiden ser felices y vivir con plenitud. Por eso, es imprescindible aprender a dejar de arrepentirse por lo que ya ha ocurrido en el pasado.

Arrepentirse de lo ya ocurrido es inútil

Los problemas de pareja pueden ser permanentes.
Es importante evitar que los problemas se prolonguen en el tiempo.

Arrepentirse y lamentarse de algo que forma ya parte del pasado es algo que nos resta tanto salud como tiempo. Es lógico: no podemos cambiar nada. Sin embargo, parece que mantenemos cierta esperanza.

Cuando estamos tan centrados en el pasado, nos olvidamos del presente. Empezamos a dormir mal, estamos más apáticos y ya no disfrutamos de nada.

Dentro de nosotros hay un sentimiento de culpa que vamos alimentando más y más. Asimismo, se va haciendo más grande y que nos va destrozando por dentro. Sin embargo, tanto si tenemos verdadera culpa en lo ocurrido como si no, darle tanta importancia en el momento presente no tiene sentido.

Lo único que podemos hacer es centrarnos en el ahora, aprender de lo¿Te sientes culpable? Pregúntate por qué vivido y caminar hacia el futuro. Por el contrario, arrepentirse nos hace desear dar pasos hacia atrás todo el tiempo.

Descubre: ¿Te sientes culpable? Pregúntate por qué

¿Soy culpable? ¿No lo soy?

Pareja desilusionada

Puede que el hecho de arrepentirse por algún hecho ya ocurrido sea fruto de algo que no hemos hecho del todo bien. Es decir, hemos cometido un error.

Imaginemos que hemos tenido un día horrible y lo hemos pagado con un ser querido. Es posible que, transcurridas unas horas, nos arrepintamos y empecemos a pensar “si no hubiese dicho aquello…”.

Arrepentirse puede permitirnos darnos cuenta de nuestro error. Sin embargo, no sirve de nada que nos quedemos ahí autocompadeciéndonos y sintiéndonos mal.

La solución correcta a todo esto sería pedir perdón a ese ser querido, decirle que nos había influido lo vivido a lo largo del día y transmitirle nuestras más sinceras disculpas por el error cometido.

En otros casos, puede ser muy diferente y que no tengamos la culpa de nada. Por ejemplo, imaginemos que nuestra pareja nos es infiel.

Un día lo descubrimos, la relación se rompe y el arrepentimiento se hace presente: si hubiese sabido que era infiel…; si lo hubiese descubierto antes, no habría perdido mi tiempo.

Todo esto es normal. No obstante, mirar tanto hacia el pasado no augura nada bueno. La situación ha salido a la luz cuando lo ha hecho.

Lo ideal sería pensar que gracias a esto la relación no se ha extendido más en el tiempo y darnos cuenta de todo lo que hemos podido aprender de esa situación.

Lee: La elección de nuestros pensamientos, somos nosotros

Arrepentirse en exceso nos lleva a sufrir

No tienes la culpa

Arrepentirse en exceso puede darse por falta de autoestima o el deseo de intentar agradar siempre a los demás. Esto, sin duda, es dañino.

Tenemos que ser conscientes de que puede tratarse de una situación de la que podemos ser culpables o de la que podemos aprender. Y esto último, es sumamente positivo.

El arrepentimiento desaparece en el momento en que hacemos algo al respecto en el presente. Puede ser pedir perdón, tomar una decisión o aceptar una situación. Sin embargo, se mantiene si no hacemos nada, nos mantenemos estáticos e incluso nos culpabilizamos por aquello de lo que, en realidad, no somos responsables.

Tenemos que abrir bien los ojos para darnos cuenta de que nos estamos arrepintiendo en vano. En efecto, esto tan solo nos llevará al sufrimiento.

Una manera de detectar este sufrimiento es ser conscientes de nuestros pensamientos rumiantes. Esos que se instalan en nuestra mente para torturarnos y que siguen un ciclo que parece nunca tener fin.

Darnos cuenta de ellos y analizarlos con perspectiva puede ayudarnos a liberarlos.


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