Los diferentes tipos de anemia

Existen 8 tipos de anemia que varían entre síntomas leves y complicaciones muy severas. Solo es posible diagnosticarlas con exámenes de laboratorio.
Los diferentes tipos de anemia
Leonardo Biolatto

Revisado y aprobado por el médico Leonardo Biolatto.

Última actualización: 06 marzo, 2024

La anemia es una enfermedad de los glóbulos rojos que se manifiesta a través de diferentes tipos. Esto significa que no hay una única causa para el problema.

Para establecer que alguien tiene anemia, hay que realizar un examen de sangre. En el mismo se observará la cantidad de glóbulos rojos y, sobre todo, la concentración de hemoglobina. Este dato es el que utiliza la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el diagnóstico de la enfermedad. Los niveles se revisan cada cierta cantidad de tiempo para fijar el límite aceptado como normal.

Según la Sociedad Española de Farmacéuticos de Atención Primaria (SEFAP), los valores de hemoglobina a considerar, según la gravedad de la anemia, son los siguientes:

  • Menos de 13 gramos por decilitro (g/dL) en varones y menos de 12 g/dL en mujeres significan anemia leve.
  • Por debajo de 11 g/dL en ambos sexos es una anemia moderada.
  • 8 g/dL o menos significan anemia grave.

Y aunque los déficits nutricionales sean las causas más comunes, existen muchos tipos de anemia que pueden ocasionar un descenso de la hemoglobina. Veamos en detalle.

1. Anemia ferropénica

La deficiencia de hierro conduce a este tipo de anemia, según relata una revisión publicada en The Lancet. En la carencia del mineral, el cuerpo no puede producir una cantidad adecuada de hemoglobina.

Los pacientes con la enfermedad registran en el laboratorio unos valores menores de hemoglobina y de parámetros bioquímicos asociados al hierro. Por ejemplo, la ferremia.

La principal causa de la anemia ferropénica es la deficiencia de hierro en la dieta. También puede aparecer por una pérdida crónica de sangre.

Los grupos poblacionales de riesgo son los siguientes:

  • Embarazadas, por el aumento en la demanda de hierro.
  • Personas con enfermedades gastrointestinales y sangrado dentro del tubo digestivo.
  • Mujeres en edad fértil, por las pérdidas de sangre menstruales. En especial, si padecen metrorragia.
  • Niños y adolescentes, sobre todo si viven en países de bajos ingresos o en zonas con inseguridad alimentaria.
  • Vegetarianos y veganos, ya que no tienen a la carne roja entre sus platos, que es la fuente más importante de hierro hemo.

Los síntomas no difieren de los de otros tipos de anemia. Hay fatiga y debilidad, palidez en la piel, lentitud de pensamiento y dificultad para concentrarse, uñas quebradizas y cabello seco o frágil.

Tratamiento

El abordaje de la anemia ferropénica se centra en corregir la deficiencia de hierro, pero también en abordar las causas subyacentes. Para ello, de inmediato se prescriben suplementos de hierro, en comprimidos o suspensiones. Los casos severos reciben infusión del mineral de modo intravenoso.

Los pacientes tienen que ajustar la dieta para ingerir más productos ricos en hierro, tanto de origen animal como vegetal. También se debe incrementar la ingesta de vitamina C, que mejora la absorción del hierro no hemo.

2. Anemia de las enfermedades crónicas

De acuerdo con algunas estadísticas, esta anemia ocupa el segundo lugar de prevalencia en el mundo, luego de la ocasionada por el déficit de hierro. Se desarrolla como resultado de patologías de largo plazo que cursan con inflamación sistémica.

Significa que es consecuencia de otra condición crónica en el cuerpo. Podría ser por enfermedades autoinmunes, infecciones persistentes o cáncer.

La inflamación sistémica desencadena respuestas en el cuerpo que afectan la producción y la liberación de hierro. La disponibilidad del mineral se ve comprometida, debido a cambios en el metabolismo y a la retención del hierro en células del sistema inmunitario, como los glóbulos blancos.

Las causas más comunes son las siguientes:

A diferencia de otros tipos de anemia, los niveles de reservas de hierro podrían encontrarse normales en el laboratorio. Incluso, a veces están elevados. Y es que el problema no es la cantidad del mineral en el cuerpo, sino su distribución y utilización.

Tratamiento

El abordaje es tratar la enfermedad crónica subyacente. La administración de suplementos de hierro no siempre es efectiva. En algunos pacientes, resultan útiles los fármacos estimulantes de la eritropoyesis, como la eritropoyetina.

3. Anemia por deficiencia de vitamina B12

La anemia por deficiencia de hierro produce glóbulos rojos más pequeños que lo normal. Al contrario, la anemia por carencia de vitamina B12 produce glóbulos rojos de gran tamaño. Es por eso que se considera la causa más frecuente de las anemias megaloblásticas.

Las células rojas grandes o enormes tienden a destruirse con más rapidez que las de tamaño adecuado. Ello determina que el número de glóbulos descienda progresivamente, por su desaparición al circular en el torrente sanguíneo.

La principal causa en estos casos es la falta de una absorción adecuada de la vitamina en el intestino delgado. Esto puede responder a una variedad de condiciones. La más común es la falta de una proteína, llamada factor intrínseco, lo que origina anemia perniciosa.

En condiciones normales, el factor intrínseco es secretado por el estómago y su trabajo es ayudar a absorber la vitamina B12. Cuando hay un defecto genético que limita la elaboración de dicha proteína, el micronutriente no ingresa en la cantidad adecuada.

Los síntomas de este tipo de anemia son los clásicos: fatiga y palidez. Pero el déficit nutricional también causa problemas neurológicos. La neuropatía concomitante puede ocasionar hormigueo en las extremidades, dificultades para caminar, pérdida de memoria y problemas de concentración.

Tratamiento

El abordaje de la anemia por deficiencia de vitamina B12 implica la administración de suplementos. Los mismos pueden ser orales o inyectables, dependiendo de la gravedad.  También se aplica una dieta para la anemia para aumentar la ingesta de alimentos ricos en la vitamina (carnes magras, pescado, huevos y productos lácteos).

Si se constata una carencia de factor intrínseco, el tratamiento no varía. La solución será aumentar la ingesta de la vitamina para cumplir con los requerimientos diarios.

4. Anemia por deficiencia de ácido fólico

Este es uno de los tipos de anemia que resulta de niveles bajos de nutrientes. En este caso, de ácido fólico, también conocido como vitamina B9.

El cuerpo necesita el ácido fólico para la síntesis y maduración adecuada de los glóbulos rojos en la médula ósea. Además, la vitamina es requerida para fabricar neurotransmisores y aminoácidos, por lo que incide en diversos procesos biológicos de las células, como explica una publicación científica de 2019.

La principal causa de la anemia por deficiencia de ácido fólico es una ingesta insuficiente de la vitamina a través de la dieta. Aunque también hay condiciones médicas que afectan su absorción, como ciertas enfermedades gastrointestinales.

Los grupos poblaciones con mayor riesgo de presentar este tipo de anemia son los siguientes:

  • Embarazadas o lactantes.
  • Personas que consumen cantidades excesivas de alcohol.
  • Pacientes con enfermedad celíaca o enfermedades inflamatorias del intestino.
  • Aquellos que toman anticonvulsivos y fármacos para el tratamiento del cáncer.
  • Personas con una dieta pobre en ácido fólico, es decir, carente de vegetales de hojas verdes, legumbres y cereales fortificados.

Los síntomas son similares a los de otras anemias, aunque la deficiencia de ácido fólico es particularmente grave durante el embarazo. Puede conducir a defectos en la formación del sistema nervioso del feto, lo que favorece la aparición de espina bífida, entre otras complicaciones.

Tratamiento

El abordaje principal consiste en la toma de suplementos de ácido fólico. El médico puede recetarlos y están disponibles en forma de tabletas, cápsulas o jarabes.

Además, se recomienda aumentar la ingesta de alimentos para la anemia ricos en ácido fólico. Ello incluye espinacas, lechuga, legumbres, frutas cítricas y granos enteros. Si hay problemas de absorción intestinal, será clave identificar y tratar la causa subyacente.



5. Anemia hemolítica

Como tal, una anemia se define hemolítica si los glóbulos rojos se destruyen antes del tiempo considerado normal. Ello significaría que lo hacen antes de cumplir 120 días desde su salida de la médula ósea.

Los glóbulos rojos pueden destruirse dentro de los vasos sanguíneos (hemólisis intravascular) o en el bazo (hemólisis extravascular). Ello será determinado por la causa que esté detrás de la enfermedad.

Algunas formas de anemia hemolítica son genéticas. Aquí podemos mencionar a la esferocitosis hereditaria. Pero también hay factores adquiridos, como infecciones, reacciones inmunitarias, exposición a sustancias tóxicas o medicamentos y trastornos vasculares.

Los síntomas incluyen lo clásico: fatiga, debilidad y palidez. En algunos casos hay ictericia (coloración amarillenta de la piel) y orina oscura, en especial si hay compromiso del hígado en el origen del problema. Cuando está comprometido el bazo, aparecerá un aumento de tamaño del órgano, denominado esplenomegalia.

El diagnóstico se hace no solo con los niveles de hemoglobina. Se deben solicitar pruebas adicionales, como el recuento de reticulocitos (son glóbulos rojos jóvenes) y la valoración hepática.

Tratamiento

El abordaje depende de la causa subyacente. Algunas opciones son las siguientes:

  • Transfusiones de sangre: en casos graves.
  • Corticoides: para suprimir la respuesta autoinmune.
  • Esplenectomía: si la destrucción de glóbulos rojos ocurre en el bazo, se extirpa el órgano.

6. Anemia aplástica idiopática

Entre los tipos de anemia más graves tenemos a la aplástica. También se la conoce como aplasia medular idiopática y forma parte de los síndromes que afectan los linajes de células producidos en la médula ósea.

Este trastorno es poco común y se caracteriza por la disminución en la producción de células rojas. La causa es desconocida y se puede acompañar de una deficiencia en la producción de otras células de la sangre, como los glóbulos blancos.

Afecta a personas de cualquier edad, pero se observa con mayor frecuencia en niños y adultos jóvenes. Algunos pacientes tienen antecedentes familiares.

Los síntomas incluyen fatiga, palidez, falta de aire, susceptibilidad a infecciones recurrentes y mayor riesgo de sangrado, ya que también suele haber menos plaquetas.

Tratamiento

El abordaje médico de la anemia aplástica idiopática es complejo. Muchos pacientes solo tienen pronóstico mejorado si logran un trasplante de médula ósea. A su vez, deben recibir tratamiento inmunosupresor.

7. Anemia falciforme

La anemia de células falciformes se describió hace 100 años por primera vez. Los estudios recientes han logrado identificar variaciones genéticas que la explicarían, como recuenta una publicación en Annual Review of Genomics and Human Genetics.

El trastorno afecta principalmente a personas de ascendencia africana, mediterránea, del Medio Oriente y del subcontinente indio. Se caracteriza por la presencia de una hemoglobina anormal, conocida como hemoglobina S, que ocasiona en los glóbulos rojos una forma de hoz o de media luna, en lugar del diseño redondo típico.

La hemoglobina S lleva menos oxígeno a los tejidos. Y la deformación de los glóbulos rojos los vuelve más propensos a romperse y obstruir los vasos sanguíneos.

Los síntomas son los siguientes:

  • Ictericia
  • Infecciones frecuentes
  • Hinchazón de manos y pies
  • Problemas de crecimiento en niños
  • Dolores agudos, llamados crisis drepanocítica

Hay complicaciones severas de la enfermedad. Se pueden dañar órganos como el bazo, los pulmones y el cerebro, además de presentarse accidentes cerebrovasculares y úlceras en las piernas.

Tratamiento

El abordaje de la enfermedad de las células falciformes se centra en aliviar los síntomas, prevenir complicaciones y mejorar la calidad de vida de los pacientes. Para ello, se recetan medicamentos para aliviar el dolor durante las crisis y se programan transfusiones de sangre con regularidad.

El trasplante de médula ósea es un tratamiento curativo. Sin embargo, no todos los pacientes son candidatos.

8. Talasemia

La talasemia es un grupo de trastornos genéticos caracterizado por la producción anormal de hemoglobina. Afectan principalmente a personas de ascendencia mediterránea, asiática y africana.

Hay dos tipos principales: alfa talasemia y beta talasemia. La primera implica problemas con la producción de la cadena alfa de hemoglobina y se subdivide en menor, intermedia y mayor (llamada hidropesía fetal o síndrome de hemoglobinopatía H). La beta talasemia altera la producción de la cadena beta de la hemoglobina y sus tipos son menor, intermedia y mayor (también llamada anemia de Cooley).

El trastorno se hereda de manera autosómica recesiva. Ello significa que ambos padres deben transmitir un gen defectuoso para que el hijo desarrolle la enfermedad.

Los síntomas en las formas leves pueden no estar presentes. En presentaciones más graves hay fatiga, palidez, ictericia, agrandamiento del hígado y del bazo, deformidades faciales y de huesos.

Tratamiento

El abordaje dependerá de la gravedad del trastorno. Las opciones pueden incluir transfusiones de sangre y quelación. Esta última es para eliminar el exceso de hierro en el cuerpo, que se acumula debido a las transfusiones frecuentes. Existe también la posibilidad del trasplante de médula ósea.



¿Qué hago si sospecho que tengo uno de los tipos de anemia?

Si lo sospechas y quieres saber si tienes anemia, es importante buscar la atención de un profesional de la salud para obtener un diagnóstico preciso. Puedes hacer una cita con un médico general o un hematólogo.

El profesional ordenará pruebas de laboratorio, como un hemograma completo. Luego, de acuerdo a los resultados preliminares, podrá añadir exámenes adicionales, como el dosaje de hierro, vitamina B12 o ácido fólico.

Es crucial no automedicarse ni iniciar tratamientos sin la orientación de un médico. Las diferentes formas de anemia tienen causas y abordajes específicos.


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