Los problemas más frecuentes de la incomunicación

La incomunicación puede dañar nuestras relaciones con los demás, ya que el ser incapaces de comunicarnos de manera sana, asertiva y clara puede hacer que se malinterpreten nuestros silencios.
Los problemas más frecuentes de la incomunicación
Bernardo Peña

Revisado y aprobado por el psicólogo Bernardo Peña.

Última actualización: 25 mayo, 2023

La incomunicación está muy presente tanto en relaciones de pareja, como de amistad o, incluso, entre padres e hijos. Esto provoca serios conflictos y algunos problemas frecuentes que vamos a tratar en este artículo.

Cuando hacemos uso del término incomunicación nos estamos refiriendo a la incapacidad de mantener una comunicación con otra persona de manera fluida, sana y bidireccional. Esto da lugar a formas de relacionarse bastante nocivas.

Situaciones que no se resuelven

El primero de los problemas de la incomunicación es que habrá muchos problemas que se queden sin resolver. Esto no será nada positivo para la relación, ya que tarde o temprano ese conflicto volverá a resurgir en forma de recriminación.

Imaginemos que a uno de los miembros de una relación le molesta que su pareja fume dentro de casa, pero simplemente no lo dice. Su problema de incomunicación le impide decir lo que piensa de una manera clara, por lo tanto, la situación no se resuelve.

No obstante, esa persona se muestra irascible en muchos momentos o tiene un lenguaje corporal tenso y su pareja no entiende el motivo. Incluso puede que le pregunte “¿qué te ocurre?” y que la otra persona le diga “nada”. Esto generará un conflicto que puede agravarse.

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¿Qué le puede suceder a la persona que no se comunica de manera sana? Puede ser que no quiera hablar sobre lo que le pasa para no caer en una discusión violenta, puede que no quiera decir nada para no herir a la otra persona, puede que considere que puede tolerar lo que le incomoda… y un largo etcétera. Cada persona es un mundo. 

El problema de no animarse a conversar es que una de las partes puede pensar que la persona que calla lo que quiere es que le “lean la mente” o “le supliquen”. Y esto, conforme se prolongue su silencio, serán ideas que vayan haciéndose más y más presentes en la mente de quien aún espera el diálogo.

La incomunicación, aunque pueda parecer una manera de “preservar la paz” entre ambos, en realidad no es beneficiosa a largo plazo. Genera más molestias, más malentendidos y distanciamiento. Por ende, si la relación nos interesa, debemos tratar de comunicarnos, así nos parezca “violento” hacerlo. 

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Incapacidad para expresar los sentimientos

No solo es importante expresar los sentimientos con la pareja, sino también con la familia, las amistades, y los compañeros de trabajo. Sin embargo, si no sabemos comunicarnos de una manera sana, lo más probable es que esto sea una limitación en el momento de relacionarnos con otras personas.

Cuando no expresamos nuestros sentimientos, las demás personas no pueden conocernos y, tampoco, saben lo que sentimos por ellas. Por ejemplo, si no le decimos a un amigo que lo apreciamos mucho y que valoramos su amistad, él no lo va a saber realmente. Por muchos gestos buenos que intenten decir lo mismo, las palabras también son importantes.

De igual manera, si a un hijo no le decimos lo mucho que le queremos y no le brindamos ningún tipo de caricia positiva, puede crecer con una gran carencia de afecto.

La incomunicación evita que establezcamos una relación íntima con el otro y que haya un acercamiento afectivo.

El problema de no saber comunicar los propios sentimientos es que es muy probable que nosotros mismos no sepamos identificarlos. Esto puede generarnos no solo conflictos con los demás, sino con nosotros mismos, ya que no sabemos qué sentimos.

No se llega a ninguna parte

Otro de los problemas de la incomunicación es que nunca se podrá llegar a ninguna parte. Imaginemos que estamos discutiendo con nuestra pareja sobre el hecho de irnos a vivir juntos. Nosotros hablamos, sopesamos los pros y los contras, pero nuestra pareja apenas se comunica.

Como no nos está diciendo lo que piensa, ni lo que siente y solo pone caras y hace gestos con la cabeza, podemos creer que tiene otra opinión al respecto y que nos está dando la razón sin estar de acuerdo. Esto puede hacer que nos sintamos frustrados y que la situación se vuelva muy tensa.

Tomar decisiones en conjunto es un imposible si tratamos con una persona que tiene por norma la incomunicación. De hecho, puede agotarnos la sola idea de estar forzándola a que dé su opinión, se exprese y comparta con nosotros los pensamientos que le pasan por la mente.

Pareja enfadada con problemas de incomunicación

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A pesar de los problemas que, claramente, genera la incomunicación, es necesario que comprendamos los motivos por los que algunas personas son incapaces de comunicarse con los demás de manera saludable:

  • Timidez.
  • Miedo a la crítica.
  • Autoestima baja.
  • Miedo al rechazo.
  • Ausencia de habilidades para comunicarse.

Estos son algunos de los posibles motivos por los que una persona se puede identificar con la incomunicación. No obstante, todo esto puede resolverse. Acudir a un psicólogo permitirá resolver aquello que está afectando a la manera de comunicarse. Hoy en día incluso existe la posibilidad de hacer terapia en línea.

¿Alguna vez has tratado con alguien que no sabía comunicarse? ¿Has experimentado tú mismo la incomunicación? Desarrollar las habilidades pertinentes y conseguir una comunicación más efectiva es posible. Tan solo se necesita ser consciente de lo que sucede y buscar ayuda.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.