La osteomielitis es una infección de los huesos producida por bacterias que puede ser de dos tipos: aguda o crónica. Hay distintas causas de esta infección, que se suele tratar con antibióticos, aunque en casos graves puede requerir cirugía.
La osteomielitis es una infección ósea que se suele producir por la acción de las bacteriaspiógenas, las que producen pus. Sin embargo, también se puede producir por el bacilo de la tuberculosis o incluso hongos.
En este artículo te damos a conocer sus causas y síntomas, así como el diagnóstico y tratamiento. ¡Sigue leyendo!
Tipos y causas de la osteomielitis
Podemos distinguir entre osteomielitis aguda y crónica. La aguda es la que evoluciona en menos de dos semanas. Mientras que la crónica, es la que evoluciona en más de cuatro semanas o que no responde al tratamiento antibiótico. En ese caso, se requeriría cirugía para su curación.
En general, el hueso es una estructura resistente a la infección. Sin embargo, los microorganismos pueden penetrar en el hueso a través de un foco cercano, de la sangre o de una herida penetrante.
A la hora de hablar de las causas de la osteomielitis, podemos distinguir entre las causas de la osteomielitis aguda y las de la crónica.
Osteomielitis aguda
La principal causa de la osteomielitis aguda es la propagación de una infección en otro órgano por la sangre. Aunque muchas veces no se conoce el origen de la infección inicial, el foco puede estar:
Una infección de orina.
Una infección dental.
Catéteres contaminados.
Este tipo de osteomielitis se produce sobre todo en personas menores de 15 años o mayores de 50. Asimismo, se da con frecuencia en pacientes con enfermedades crónicas como la cirrosis o la diabetes. Por otro lado, se asocia con el uso de drogas inyectadas.
Las bacterias que más producen este tipo de osteomielitis son los cocos gram positivos. Sin embargo, también puede ser causada por la bacteria de la tuberculosis o por bacilos gram negativos.
Osteomielitis crónica
Este tipo de osteomielitis la padecen sobre todo adultos, y se produce asociada a:
Traumatismos, sobre todo debido a fracturas abiertas.
Intervenciones quirúrgicas.
Debido a la proximidad a un foco infeccioso.
Patologías vasculares periféricas, por ejemplo, el pie diabético.
Además, los microorganismos que pueden causar esta infección son:
Bacterias gran positivas.
Ciertos estreptococos, en presencia de prótesis articular.
Los síntomas de la osteomielitis aguda pueden ser muy variables. Estos dependen en gran medida de lo aguda que sea la infección, el microorganismo responsable y de la localización de los huesos afectados.
Además, también dependerá de las enfermedades base que tenga el paciente. Lo más común es que en la zona afectada aparezca:
Tumefacción de las partes blandas.
Se produce una limitación de la movilidad de la zona afectada.
La zona afectada presenta dolor intenso.
En ocasiones, la celulitis puede estar asociada a la osteomielitis, ya que se trata de una inflamación del tejido celular subcutáneo y de la piel. Como síntomas generales:
Fiebre asociada con escalofríos.
Malestar general.
Puede darse el caso de la pérdida de peso.
En cuanto a la osteomielitis crónica, la fiebre puede ser baja o incluso no producirse. Por otro lado, los síntomas locales: el dolor, la tumefacción y el enrojecimiento pueden ser menos visibles en un primer momento.
En ocasiones, se pueden formar fístulas en los lugares en los que se drena la secreción purulenta. Asimismo, si la parte afectada es la columna vertebral, se puede producir una absceso epidural. En los casos de mayor gravedad, se puede llegar a producir una compresión de la médula espinal su inflamación.
De manera menos común, en casos más graves, la infección puede extenderse a zonas adyacentes a la columna. Se formaría así un absceso paravertebral o en el músculo psoas.
Diagnóstico
Es muy importante diagnosticar de manera oportuna la osteomielitis aguda. Esto se debe a que con un tratamiento antibiótico adecuado se puede evitar la necrosis del hueso y que la enfermedad se vuelva crónica. Algunas pruebas incluyen:
Hemocultivos: se trata de un examen de laboratorio para verificar si hay bacterias u otros microorganismos en la sangre.
Biopsia de hueso: se trata de una prueba en la que se extrae una porción de huesos o de médula ósea.
Gammagrafía del hueso: un examen de imagen utilizado para diagnosticar enfermedades óseas.
Radiografía del hueso: se trata de un examen de imagen para examinar los huesos.
Hemograma o conteo sanguíneo completo (CSC): esta prueba mide la cantidad de glóbulos rojos, de glóbulos blancos, la cantidad total de hemoglobina en la sangre y la fracción de la sangre compuesta de glóbulos rojos (hematocrito).
El tratamiento de la osteomielitis consiste en detener la infección, así como reducir posibles daños en el hueso y en tejidos adyacentes. Para ello, se suministran antibióticos para eliminar las bacterias causantes de la infección.
Hay que tener en cuenta que se puede recibir más de un antibiótico a la vez. Además, los antibióticos se suelen tomar de entre 4 y 6 semanas, suministrándose en muchas ocasiones por vía intravenosa en un primer momento, seguido de un posterior paso a antibióticos por vía oral.
Este tratamiento con antibióticos puede ser suficiente en el caso de la osteomielitis aguda. Sin embargo, en los casos de la crónica, puede ser necesario recurrir a la cirugía para limpiar el foco de la infección.
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