¿Por qué en Japón los niños obedecen siempre a los padres?

Los padres japoneses se dedican con devoción al cuidado y la educación de sus hijos. Este estilo de crianza produce niños que respetan las normas, son amables y tienen buen comportamiento.
¿Por qué en Japón los niños obedecen siempre a los padres?
Bernardo Peña

Revisado y aprobado por el psicólogo Bernardo Peña.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 06 julio, 2023

Japón es un país admirado. Entre otras cosas, se considera que allí los niños obedecen y tienen buen comportamiento, son amables y considerados, aprenden y cumplen las normas o adaptan su comportamiento a lo que se espera de ellos. Esta forma de ser tiene que ver con un método de crianza que muchos veneran.

Los padres japoneses tienen plena confianza en que sus niños aprenderán cuál es el comportamiento adecuado mediante el ejemplo que les dan, y se sienten responsables de los resultados de sus hijos.

Seguro te estarás preguntando cómo lo logran. Sigue leyendo para conocer las claves fundamentales de la crianza japonesa, que se aleja en varios aspectos de los patrones de crianza que conocemos en las culturas occidentales.

En Japón, los niños obedecen y son modelo de conducta

Obediencia en niños japoneses
La obediencia y la disciplina de los niños japoneses es bien conocida en Occidente.

Como explica una investigación publicada por Child Development, las familias japonesas cultivan el apego, la empatía y la armonía. En este país asiático, los niños obedecen y aprenden a comportarse socialmente como un adulto.

No obstante, en el interior del hogar, los infantes dependen totalmente de sus padres, sobre todo de la madre. La dependencia no se desalienta, sino que por el contrario, se acepta y se fomenta.

Los padres japoneses reducen la tendencia individualista del niño pequeño a hacer lo que quiere a través de la cercanía extrema. Las rabietas no figuran en la lista de comportamientos de los niños japoneses, aunque siempre habrá excepciones.

El apego en Japón

Los padres, pero especialmente la madre, tienen una relación muy estrecha con el niño. Los progenitores promueven esta cercanía y refuerzan la dependencia. Según es costumbre en Japón, los niños son vestidos y alimentados por sus padres y practican el colecho hasta que alcancen los seis años de edad, aproximadamente.

Según detalla Halloway (2010), la relación histórica de la madre y el niño japonés es íntima, aunque esto va cambiando con el paso del tiempo. Se trata de una unidad en la que se ven como una «mente compartida», en lugar de dos personas separadas e independientes. Los primeros tres años de vida, la madre llevará consigo todo el tiempo y a todos lados a su bebé.

Así, la mujer tiene una indiscutible dedicación y devoción hacia el niño. Difícilmente un niño japonés entrará al preescolar antes de los tres años o será cuidado por sus abuelos. Después de cumplir tres años, sí inicia la escolaridad formal.

La técnica de crianza japonesa

Educación en Japón
No podemos comprender los preceptos de comportamiento en Japón si no tenemos en cuenta su educación.

Los padres japoneses consideran que el buen comportamiento de sus hijos se debe a que la crianza se basa en sus creencias filosóficas: el confucionismo. La crianza japonesa parte del ideal confucionista de educar a los niños con bondad, pues esta virtud genera paz interior y alegría.

A partir de esa premisa inicial, la crianza de los niños tiene algunos componentes fundamentales que describimos a continuación.

El poder de la sugestión

Para hacer cualquier corrección, la madre en Japón utiliza la persuasión, la sugerencia, y en ocasiones la vergüenza, y así evita las confrontaciones directas con sus hijos pequeños. Esto minimiza las actitudes desafiantes o agresivas del niño.

La madre japonesa utiliza la sugerencia y la petición para indicar las obligaciones a los infantes. En vez de decir, «¡recoge los juguetes!», dirá «¿qué debes hacer ahora con los juguetes?». Ante esto, el niño hará lo posible por salvar su responsabilidad con la madre.

En cambio, si el niño no está dispuesto a cumplir y finge no haber oído la pregunta o la sugerencia, la madre puede utilizar sutiles burlas. Por lo tanto, el niño prefiere obedecer antes de sentirse avergonzado.

La fuerza de los gestos

El niño japonés está muy involucrado con su madre, al punto de que es consciente de las emociones y gestos de ella, en qué estado de armonía se encuentra. El niño hará todo lo posible por no quebrantar esa armonía.

Cuando la madre sugiere algo, acompaña su sugerencia con una expresión en el rostro que le indica al niño que le sorprendería que no actúe como se espera.

La madre no castiga ni amonesta al niño directamente. De nuevo, con su rostro hace un gesto de tensión que indica a su hijo que está decepcionada. Como el niño está tan interesado en preservar la armonía con la madre, evita la confrontación y hace lo que se espera de él.



La comprensión y el amor: en Japón, los niños obedecen

Las madres japonesas también han aprendido a leer el estado de animo de sus niños. Ante esto, cambiará su técnica de persuasión. Si una mujer observa que el niño no parece estar en el ánimo de cumplir una petición, evitará hacer la solicitud y dejará su pedido para cuando tenga más probabilidades de éxito.

Si el niño no quiere recoger los juguetes, la madre tendrá las más condescendientes explicaciones sobre su negativa. Dirá que el niño no está preparado o no se ha desarrollado lo suficiente para hacerlo, o tal vez está cansado o está interesado en jugar en ese momento.

En definitiva, los padres en Japón hacen lo necesario para que sus hijos se sientan amados, valorados y respetados. Son objeto de la paciencia, bondad y compasión de sus padres.

Sin duda, este tipo de crianza es un reto para las madres occidentales. ¿Te animas a probar esta forma de educar que hace que en Japón los niños obedezcan a sus padres?


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