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La principal vía de contagio de la peste son las pulgas infectadas de las ratas. Se debe evitar el contacto con esos animales, aun si están muertos.
La peste pulmonar es una de las modalidades de la enfermedad conocida genéricamente como peste. Se trata de una patología grave que ha dado lugar a varias epidemias a lo largo de la historia, causando una elevada mortalidad. Hoy en día es completamente tratable.
La epidemia más grave de peste de la que se tiene noticia se produjo en Europa en el siglo XIV. Se conoció como la peste negra y dio como resultado la muerte de unos 50 millones de personas.
La peste pulmonar es una modalidad especialmente grave. Si no se trata, presenta una tasa de mortalidad que en algunos casos llega al 100%. También es particularmente contagiosa y tiene un fuerte potencial para desencadenar epidemias.
La peste es una enfermedad infecciosa que afecta a los animales, aunque es poco común entre ellos, y al hombre. Es causada por la bacteria Yersinia pestis, la cual está presente principalmente en los roedores y en sus pulgas.
Actualmente hay varios focos de la enfermedad, en distintas partes del mundo. La forma de transmisión más habitual entre animales y humanos es la picadura de pulgas infectadas. También por contacto directo o indirecto. Hay tres tipos básicos de peste:
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La peste pulmonar es la modalidad menos frecuente de la peste, pero también la más peligrosa. Este tipo de peste se desarrolla en tres días. Para reducir las posibilidades de que conduzca a la muerte, debe ser tratada en las primeras 24 horas.
Hay tres vías de contagio de la peste pulmonar. La primera y más habitual es el contagio de persona a persona, a través del aire. Ocurre cuando alguien inhala las bacterias aerolizadas, emitidas por una persona infectada.
También es posible que se inhale la bacteria, la cual se halla suspendida en unas minúsculas gotas que se forman en el sistema respiratorio de alguien infectado. El contagio solo se produce si hay contacto cercano y continuo con la persona o animal enfermos.
Así mismo, la peste pulmonar se da cuando alguien sufre de peste bubónica o de peste septicémica y no recibe el tratamiento adecuado para la enfermedad. En este caso la bacteria puede migrar y alojarse en los pulmones.
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El periodo de incubación de la enfermedad puede durar entre 1 y 7 días. Tras ese lapso, la persona infectada manifiesta los primeros síntomas, que son los mismos de una enfermedad febril aguda.
Aparecen síntomas inespecíficos como dolor de cabeza, fiebre que aparece súbitamente, escalofríos, debilidad, nauseas, vómitos y dolores generalizados. Lo indicado es que la persona sea atendida en las 24 horas posteriores a la aparición de los primeros síntomas.
Para confirmar la presencia de la peste pulmonar es necesario realizar pruebas de laboratorio. El método indicado es el de tomar una muestra de esputo para analizar y verificar la presencia de la bacteria Y. pestis. También se puede verificar mediante seroconversión.
Casi todas las personas que contraen peste septicémica o peste pulmonar terminan muriendo. De hecho, el tratamiento a tiempo y adecuado solo reduce la tasa de mortalidad a un 50%. De ahí la importancia de la vigilancia y la prevención de esta enfermedad.
La principal medida para evitar la enfermedad es el control de las ratas. Procurar no entrar en contacto con estos animales, ni con sus cadáveres. Si hay alguna persona infectada, deben aplicarse las medidas de aislamiento y prevención del caso.
Toda sospecha de un posible brote de la enfermedad debe ser reportada de inmediato. La Organización Mundial de la Salud no recomienda la vacunación contra la peste. De hecho, no hay evidencia real de que la vacuna tenga alguna eficacia.