El síndrome de la persona plastilina

El problema de la persona plastilina es que se da tanto a los demás que se olvida de sí misma y de procurarse el bienestar que sí le procura al resto.
El síndrome de la persona plastilina
Bernardo Peña

Revisado y aprobado por el psicólogo Bernardo Peña.

Última actualización: 27 julio, 2023

El síndrome de la persona plastilina afecta a mucha más gente de lo que pensamos. El problema es que la forma de actuar que tienen, socialmente, está bien vista.

Este tipo de individuos dejan sus necesidades a un lado para hacerse cargo de las demandas de los demás. Esto puede tener consecuencias negativas ya que pueden dejar de cuidarse y de pensar en sí mismos.

La persona plastilina es muy servicial. ¿Requieres a alguien que te ayude en tu mudanza? ¿Deseas que te escuchen? Ahí estará ella.

Generosidad que duele

Los sujetos que se encuadran dentro de este síndrome son excesivamente dadores. No esperan recibir, tan solo piensan en dar.

manos sujetándose

Sin embargo, esto puede ser delicado. No todo el mundo es bueno. También están las personas tóxicas, aquellas que buscan manipularte a su antojo, las que te mentirán, las que absorberán toda tu energía

La generosidad no es negativa, siempre y cuando no sirva como un provecho para que te hagan daño. Una situación que puede llegar a darse.

Puede ser mejor  pensar en uno mismo, aunque nos han educado para que creamos que a esto se le considere “egoísmo”.

Una vez sepamos cuidar de nosotros, ya podremos ayudar a los demás. Eso sí, estableciendo límites para que, en la medida de lo posible, no nos dañen.

La persona plastilina es un sirviente

Los individuos que sufren este síndrome se convierten en criados de los demás. Están ahí para ellos. No importa el momento, ni la hora, ni el lugar.

palmada en el hombro

Pueden llegar a carecer de asertividad. Ellos se adaptan a las circunstancias, a las peticiones y a las demandas que se les haga.

No importa si esto les hace sentirse mal. Si por ellos fuera, si estuviera en sus manos, estarían dispuestos a solucionar los problemas de otros e, incluso, a sufrir por ellos.

Al actuar como un sirviente, la persona plastilina ha intentado desarrollar una alta empatía e intuición para anticiparse a lo que otros requieren.

Contrariamente, si llega un día en el que precise de la compañía o ayuda de alguien, probablemente no la recibirá. Las personas buenas, que se dan tanto a terceros pueden terminar siendo utilizadas, maltratadas o poco valoradas.

Descubre: La necesidad de ser aprobados por los demás

Vuelve a conectar con tu “yo” interior

Puedes dejar de ser una persona plastilina, pero para eso vas a tener que emprender un camino muy difícil: conectar con tu “yo” interior.

Ese “tú” verdadero que has perdido en el camino, al que apartaste a un lado y no le prestaste atención. A ese es al que tienes que atender ahora.

Has visto cómo tu vida dejaba de ser tuya para ser la de los demás. ¿Tu felicidad? Solo eras feliz si el resto lo era, por ti mismo eras incapaz de conseguirlo. ¿Te parece esto justo?

conectar-con-tu-yo

Depender de forma constante de otros, no hacer las cosas por ti sino por y para los demás, ser excesivamente bueno y generoso… Eso no es positivo.

Mira en tu interior y encuéntrate con esa persona que perdiste por el camino. Esa que tenía sueños, ilusiones, metas propias, deseos… No ha desaparecido, la has escondido. Búscala. Está dentro de ti mismo.

Persona plastilina: ¿Qué es lo que quieres?

Te has dado cuenta de que darte a los demás no te hace feliz, que priorizar necesidades ajenas no te provoca dicha… Aunque creas que esto no es así, en el fondo te duele. Acéptalo. Todo esto te ha estado consumiendo.

Es importante que, para empezar a salir de este síndrome, sigamos unos simples consejos:

  • Si te piden un favor, tómate tu tiempo. No digas “sí” de forma precipitada, no es imprescindible. Espera, reflexiona y verifica que quieres y puedes hacerlo.
  • ¿Quieres decir “no”? Pues di “no”. Aceptar todo lo que nos proponen no es positivo, y menos si es algo que va en contra de nuestros principios y valores o, simplemente, que no queremos hacer.
  • No eres egoísta, te quieres y te respetas. ¿De qué manera, si no, podrías querer y respetar a los demás?
  • Deja la culpabilidad a un lado. Esta te abordará, pero no te la tomes en serio. El sentimiento de culpa intentará que vuelvas sobre tus pasos.
  • Cuida de ti, regálate momentos, todo eso que hacías por otros hazlo ahora por ti. Tú eres lo más importante, la prioridad principal. Si tú no te preocupas por ti, ¿quién lo hará?

Si has descubierto a la persona plastilina que hay en ti, es el momento de que la ayudes a salir de ese agujero.

Todos tendríamos que aprender a priorizarnos. No eres egoísta. Por el contrario, eres generoso contigo mismo.


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  • Romi Arellano, Manuel J. Cuando digo no, me siento culpable. Nuevas ediciones de bolsillo, 2003.
  • Fensterheim, Herbert y Jean Baer. No diga sí cuando quiera decir no. Ediciones Grijalbo. 2003.
  • Castanyer, Olga. La asertividad. Expresión de una sana autoestima. Bilbao: Descleé de Brouwer, 1996. pp. 348
  • Shelton, N., & Burton, S. (2004). Asertividad. Haga oír su voz sin gritar. FC Editorial.

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