Debemos aprender a gestionar nuestros niveles de ansiedad para que no lleguen a ser una patología que pueda resultar perjudicial para nuestra salud mental e incluso física
La ansiedad es, sin duda, ese feroz caballo de batalla al que muchos vamos prendidos durante épocas muy prolongadas.
Ahora bien, cuando hablamos de esta dimensión psicológica, a menudo, la concebimos como un único constructo, cuando en realidad, existen diferentes grados, orígenes y situaciones personales.
Desde el campo psicológico los especialistas diferencian 7 tipos.
Ahora bien, en primer lugar, debemos tener claro un aspecto muy básico: la ansiedad es una emoción normal.
Gestionada de forma adecuada, es la que pone en marcha nuestros mecanismos psicológicos para hacer frente a esas situaciones de incertidumbre donde hemos de dar lo mejor de nosotros mismos.
No obstante, a menudo, el propio temor nos sobrepasa y el cerebro desata una serie de procesos donde perdemos por completo el control.
Estamos seguros de que conocer estos 7 tipos de ansiedad te será de ayuda.
Sin embargo, es importante recordar siempre que en el momento en que notemos que perdemos el control y que las circunstancias nos superan, necesitaremos la ayuda de un especialista.
1. Trastorno de ansiedad generalizada
El trastorno de ansiedad generalizada es el tipo más común de ansiedad. Afecta a millones de personas, y todos, en algún momento, podemos experimentar esta tensión mental, este nerviosismo que, a simple vista, no tiene un origen específico.
Es como vivir al filo de un abismo, en los bordes de una ventana ante la cual se abre la más profunda incertidumbre y el más angustioso vacío.
Podríamos decir que tiene varios disparadores: una entrevista de trabajo, tener que hablar con alguien, cambiar una rutina, hacer algo nuevo…
Sin embargo, más que un hecho concreto el trastorno de ansiedad generalizada tiene un problema de raíz: vivir eternamente preocupado.
Inquietud constante, irritación, nerviosismo o pérdida de control.
Fatiga, bajadas frecuentes de energía.
Músculos tensos, sobre todo en la espalda, cuello y hombros.
Dificultad para concentrarse en las tareas o actividades.
Obsesionarse con lo negativo, tener pensamientos catastróficos.
2. La fobia social
En este segundo tipo de ansiedad, el foco constante de malestar, inquietud y preocupación son, sin duda, los escenarios sociales.
En esta categoría entran aquellas personas a los que les desagrada los espacios con mucha gente, en especial, si tienen que llevar a cabo alguna tarea: hablar en público, hacer un debate, una presentación…
Incluso si tienen que ir a comprar o devolver una prenda de ropa.
Los síntomas serían los siguientes:
Sentimiento de temor e indefensión ante personas o situaciones desconocidas.
Obsesión por sentirse observado y juzgado.
Sudor frío, tartamudez y vacío en el estómago cuando nos presentan a alguien nuevo o estamos en un escenario que no controlamos ante diversas personas.
3. Trastorno de pánico
El trastorno de pánico es un trastorno de ansiedad muy debilitante. Hablamos de esos instantes en que tenemos la clara sensación de que vamos a morir, de que vamos a sufrir un ataque al corazón, un accidente o que alguien va a hacernos daño.
Hablamos, a su vez, de un trastorno que se retroalimenta: puesto que ya sabemos lo que es el trastorno y los ataques de pánico, desarrollamos miedo a volverlos a experimentar.
Los ataques de pánico son intensas sensaciones físicas y mentales que se desencadenan a raíz del estrés o por curioso que parezca, por nada en absoluto.
Es algo muy complejo que solo puede entender quien lo ha experimentado.
Todos sabemos lo que es la agorafobia: miedo a los grandes espacios, a salir más allá del umbral de ciertos límites conocidos o adentrarnos a lugares desconocidos.
Asimismo, hemos de tener claro que sufrir agorafobia no significa que no podamos salir de casa.
Muchas personas con este tipo de ansiedad lo hacen, pero se limitan a no salirse nunca de sus rutas personales: casa-trabajo-supermercado…
Cabe señalar también que a la agorafobia se le une también el trastorno del pánico. Al verse en un espacio abierto, experimentan los síntomas antes señalados.
5. Las fobias específicas
Todos tenemos algún tipo de fobia específica: miedo a las arañas, a los payasos, a los sonidos desagradables, los truenos, los cuchillos…
Estos temores se consideran normales, y lo son hasta que la mente empieza a obsesionarse con estos aspectos hasta que cambia la calidad de nuestras vidas.
Dejamos de salir a la calle por temor, por ejemplo, a encontrar arañas, a que llueva y caigan rayos, a que nos muerda un perro…
Estos serían los síntomas:
Miedo excesivo y constante hacia algo en concreto.
Sensación inmediata de amenaza o ataque.
Completa incapacidad para controlar los miedos, a pesar de saber que son irracionales.
Experimentar una restricción completa a nuestra rutina normal.
6. Trastorno de estrés postraumático (TEPT)
En esta vida, nuestra seguridad nunca está garantizada, al igual que nunca lo está el que vayamos a ser respetados, amados o protegidos.
Los hechos traumáticos de una infancia dejan huella. También los accidentes, las agresiones, las pérdidas, ver algo impactante, así como todos esos eventos que nos cambian y nos hieren por dentro y por fuera.
Los síntomas, serían los siguientes:
Revivir el trauma: El síntoma más común del trastorno de estrés postraumático es revivir el trauma de forma constante.
A menudo, basta un desencadenante para que recordemos ese hecho del pasado y revivamos todo el sufrimiento.
La ansiedad por recurrencia es otro factor que conviene tener en cuenta. Ese hecho traumático puede suavizarse con el tiempo, pero nos ha cambiado de forma patente.
La ansiedad seguirá presente en muchos detalles, en muchos ámbitos cotidianos: insomnio, cansancio, dificultad para concentrarnos…
7. Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC)
El trastorno obsesivo compulsivo o TOC pueden ser un trastorno de ansiedad muy destructivo.
Las personas que lo vemos desde el exterior nunca llegamos a entender por qué alguien sigue una serie de rituales, de manías, de conductas repetitivas que, a simple vista, carecen de sentido…
También es importante saber diferenciar las compulsiones de las obsesiones, porque no son lo mismo. Estos serían los matices que las diferencian y que, sin duda, vale la pena conocer.
Obsesiones: Las obsesiones son preocupaciones que giran acerca de un pensamiento específico (casi siempre negativo) del que la persona no se puede desprender (me van a hacer daño, me van a abandonar…).
Compulsiones: Las compulsiones, por su parte, se basan en comportamientos. No son pensamientos, sino más bien la traducción de estos en una conducta que sirve como mecanismo para aliviar el miedo.
Cerrar 5 veces una cerradura me hace sentir más seguro, lavarme las manos muchas veces hará que no me infecte, pero también me dará más confianza en mí mismo…
Los refrescos son deliciosos y calman la sed, pero son una auténtica bomba de azúcar que nuestro organismo solo logra tolerar desajustando sus balances naturales. Por eso, ese placer momentáneo del consumo de refrescos causa una gran cantidad de problemas…
El dolor en la parte baja de la espalda, conocido como dolor lumbar, suele desaparecer cuando es tratado por un especialista. Sin embargo, tú puedes ayudar a una pronta mejoría con algunas rutinas complementarias. El dolor lumbar es un mal…
p>¿Extrovertidos y sociables, pero deprimidos? Hay varios hábitos ocultos que tienen las personas con depresión. Detectar estos hábitos es importante para ayudar a superar esta patología.
La presión arterial alta o hipertensión acarrea muchos riesgos para quienes la padecen. Aunque inicialmente no produce síntomas evidentes, con el tiempo puede ser un detonante de enfermedades cardíacas graves. ¿Sabes cómo cambiar el estilo de vida si tienes hipertensión?…
p>Tradicionalmente se han contado mentalmente ovejas para dormir pero podemos aprender cómo hacer ejercicios de respiración para tener una mejor calidad de sueño. De esta manera, mantendremos una correcta higiene del sueño para evitar el insomnio, el más común de los…
La fibromialgia es un trastorno crónico que se caracteriza por provocar dolor generalizado en los músculos y los huesos. Viene acompañado con episodios prolongados de fatiga, puntos de sensibilidad y trastornos del sueño, entre otros. ¿Buscas estrategias para paliar los…