
En España, según los datos publicados en 2018 por el mayor estudio sobre inactividad física realizado hasta la fecha, un 36,8% de la población no practica suficiente actividad física. Y lo peor es que, lejos de mejorar, la cifra continúa…
Queremos que aquellos a quienes amamos nos respondan de igual modo: con reciprocidad. Sin embargo, pocas veces vemos satisfechas nuestras expectativas.
Nos pasamos gran parte del tiempo aguardando que sucedan cosas. Esperamos que nuestros deseos se cumplan, que los demás reaccionen como lo haríamos nosotros. Y, sobre todo, queremos que aquellos a quienes amamos nos respondan de igual modo: con reciprocidad. Sin embargo, pocas veces vemos satisfechas nuestras expectativas.
Pese a ello, no debemos sentirnos frustrados. Las personas solemos dar por sentado cosas para conseguir cierta sensación de seguridad. Del mismo modo que todo niño tiene la certeza de que sus padres lo quieren, los adultos tendemos a creer que nuestra pareja harán en cada momento lo mismo que nosotros hacemos por ellas.
Mas, nunca deberíamos de dejar de pensar que las relaciones afectivas deberían funcionar así, como pretendemos. De ahí que sea necesario detenerse a reflexionar ante el desengaño que supone esperar demasiado de alguien que, en realidad, nunca nos ha dado pábulo a tales expectativas. Te invitamos a reflexionar sobre lo que falla cuando existe ese desequilibrio entre lo que esperamos y lo que recibimos.
Hay quien tiene incorporada en su ser la idea de que la felicidad está en dar; no tanto en recibir. Tal vez sea nuestra educación o la nobleza que, cuando es excesiva, va en detrimento de ese otro valor esencial para la sobrevivencia: la autoestima.
¿Sabías que el temor a sentirse atraído por otra persona tiene un nombre? Pues, lee Filofobia, el miedo a enamorarse.
Es necesario que empecemos a dejar a un lado muchos de esos conceptos que vulneran nuestro equilibrio emocional. Brindar a los demás la posibilidad de ser felices es un acto de nobleza que nos enriquece como personas. Puedes verlo incluso como una obligación: Dar es bueno, pero recibir forma parte de la misma necesidad de experimentar el afecto.
Puede que, en alguna ocasión, te hayas encontrado con alguien que te increpa con expresiones como: «Es que tú esperas demasiado de la gente». O, «Es que eres demasiado sensible y todo te afecta»…
Amar, por tanto, no es renunciar a parte de una mismo para albergar a la otra persona. Podemos quererla, pero, no por ello, ponerla en el centro de nuestro universo personal ni construir todo nuestro mundo a su alrededor. Si eso llegara a ocurrir, nuestro mundo se vendría abajo si ese pilar fallara. Y, esto es algo que nunca debemos permitir.
Así las cosas, nunca debes olvidarte de ti misma:
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Tu corazón te dirá hasta dónde eres capaz de llegar. ¿Te levantas cada día con más preocupaciones que ilusiones? ¿Las ganas de llorar y la frustración son los renglones donde se escriben todos tus momentos? Entonces, ya es hora de reaccionar.
Algunos psicólogos opinan que lo mejor es no esperar nada de nadie y esperarlo todo de nosotros mismos. No obstante, conviene matizar esta idea.
Lo que merecemos por encima de todo es respeto, de nosotros mismos y de los demás. Por ello, nunca dejes de luchar por recibirlo. El amor es reciprocidad, apoyo y sinceridad. Sin esos tres pilares ninguna relación será auténtica ni saludable.