VIH en niños y adolescentes: causas, síntomas y tratamientos

El VIH en niños y adolescentes es una realidad, pues la transmisión transplacentaria es muy común en los países de bajo ingreso. Se estima que unos 1,8 millones de niños viven con esta condición.
VIH en niños y adolescentes: causas, síntomas y tratamientos
Samuel Antonio Sánchez Amador

Escrito y verificado por el biólogo Samuel Antonio Sánchez Amador.

Última actualización: 06 julio, 2023

Por desgracia, el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) es un viejo conocido en la sociedad general. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que, a finales del año 2019, aproximadamente 38 millones de personas en el mundo eran seropositivas. El VIH en niños y adolescentes no debe ser desestimado pues, cada año, 600 000 infantes se infectan.

En el año 2016, unos 1,8 millones de niños menores de 15 años vivían con VIH en todo el mundo. El 87 % de estos infantes habitan en el África Subsahariana, pues en Estados Unidos apenas se calculan unos 2000 pacientes seropositivos en edad pediátrica, casi todos ellos infectados antes del nacimiento.

Como puedes ver, la prevalencia del VIH en estas etapas depende casi por completo del estatus socioeconómico, los recursos y la educación sexual que se reciben en la población analizada. Para saber más al respecto, te invitamos a continuar la lectura.

Claves sobre el VIH

Una publicación en Transfusion Medicine and Hemotherapy aporta una serie de datos útiles para comprender, de forma general, qué es el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Estamos ante un lentivirus de la familia Retroviridae, subfamilia Orthoretrovirinae.

Se trata de un agente vírico de ARN con una nucleocápside y una bicapa lipídica externa, con un diámetro total de unos 100 nm. No vamos a centrarnos en el complejo mecanismo de acción de este virus, pues nos basta con saber que ataca a los linfocitos CD4 del hospedador, glóbulos blancos esenciales para el funcionamiento del sistema inmune.

El VIH ingresa en los linfocitos, integra su genoma en el ADN celular, se multiplica, ensambla y adquiere su patogenicidad en el exterior de la célula.

Las fases del VIH

A lo largo de todo este proceso, el VIH va destruyendo los linfocitos que coloniza. Tal y como indica un artículo divulgado en HIV infoexisten 3 etapas de la infección. Estas son las siguientes:

  1. Infección aguda por el VIH: es la primera etapa y se manifiesta de 2 a 4 semanas tras la adquisición del virus. Durante esta fase, el paciente puede experimentar síntomas de tipo gripe, pues la concentración vírica en sangre es muy alta y la actividad del patógeno se encuentra en un pico. Por ello, el riesgo de transmisión es muy alto.
  2. Infección crónica por el VIH: el virus continúa replicándose y provocando daños en el hospedador, pero a concentraciones plasmáticas muy bajas. Este patógeno sigue destruyendo a los linfocitos poco a poco y multiplicándose, pero no suele generar síntomas hasta que pasan unos 10 años de infección.
  3. SIDA: SIDA y VIH no son lo mismo. En este punto, el virus ha destruido el sistema inmune casi en su totalidad, pues el conteo de linfocitos CD4 es menor a 200 unidades por milímetro cúbico de sangre. Para que te hagas una idea, la cifra normal está entre 500 y 1500. En este punto, las infecciones oportunistas suelen matar al paciente.

Gracias a la terapia con antirretrovirales (TAR), un paciente puede permanecer en la fase crónica durante décadas e, incluso, nunca llegar al SIDA. Además, aquellos enfermos que toman los TAR en dosis adecuadas presentan concentraciones virales tan bajas en sangre que no pueden transmitir la enfermedad. A efectos prácticos, son personas casi sanas.

Virus del VIH
SIDA y VIH no son lo mismo. El SIDA es la etapa más grave de la infección, pero los TAR pueden prevenir que el paciente llegue a ella.

¿Qué causa el VIH en niños y adolescentes?

Ahora sabes cuál es el mecanismo del VIH, así que podemos continuar. En personas adultas, la mayoría de infecciones se producen por el contacto con fluidos sexuales de un seropositivo.

También se han detectado contagios por el contacto de secreciones con lesiones, transfusiones sanguíneas, inseminación artificial o trasplantes de órganos, si bien no es la norma.

Todos estos datos nos hacen preguntarnos lo siguiente, ¿cómo puede un niño nacer infectado por el virus de la inmunodeficiencia humana? El portal médico The BMJ ayuda a obtener una respuesta.

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Transmisión durante el embarazo

Se estima que casi 2 millones de infantes viven con VIH en la actualidad, la mayoría de ellos en África. En países de alto ingreso, en los que la infraestructura sanitaria es férrea, casi todos los casos se producen por una transmisión perinatal, es decir, durante el desarrollo del feto (73 % de los casos).

Es un mecanismo de transmisión vertical muy común en países pobres, pues en algunas regiones hasta el 40 % de las mujeres embarazadas tienen VIH y el 25-48 % de los infantes terminan infectándose antes de llegar al mundo. Como la placenta materna está irrigada y en contacto (e intercambio) directo con el feto, el virus puede infectar al bebé de forma fácil.

De todas formas, cabe destacar que no todas las madres VIH-positivas transmiten el virus a su descendencia. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el riesgo se calcula en un 15-25 %, de acuerdo al estado de la madre y de su posible (o ausente) tratamiento.

En el África Subsahariana, el 95 % de los niños infectados se contagian antes de nacer.

Mediante el contacto con la leche materna

En las regiones en las que la lactancia materna es algo común, hasta 1/3 de las infecciones en bebés se vinculan a ella. Por extraño que parezca, si la madre amamanta al niño hasta los meses 18-24 de vida, el riesgo de que este contraiga el VIH es de casi un 45 %.

Otros mecanismos

Aunque es menos común, también es posible que un niño se infecte en sus primeros años de vida por el contacto con una aguja no higienizada, por transfusiones de sangre infectadas o por contacto sexual con una persona enferma. Por duro que suene, debemos tener en cuenta que los abusos y violaciones también existen en la edad pediátrica.

Síntomas del VIH en niños y adolescentes

La infección de VIH en niños y adolescentes difiere mucho del cuadro clínico presentado en los pacientes adultos. Para postular esta afirmación, nos basamos en una serie de pilares demostrados científicamente. Estos son los siguientes:

  1. La enfermedad progresa mucho más rápido en niños, sobre todo si hablamos de bebés. En África, el 53 % de los infantes VIH-positivos mueren antes de los 2 años de edad.
  2. Los infantes presentan unas cargas virales sostenidas más altas que los adultos.
  3. Los niños sufren infecciones bacterianas o fúngicas oportunistas producto de la inmunosupresión de forma mucho más frecuente. Un ejemplo claro de esto es el muguet o candidiasis oral, típico en pacientes inmunodeprimidos.

Tal y como expone una publicación en About Kids Healthun niño con VIH mostrará crecimiento y pesaje por debajo de la media, infecciones recurrentes (piel, gastrointestinales o en las vías respiratorias), una boca blanca (infección por Candida albicans), ganglios linfáticos agrandados, diarrea, fiebre y un considerable retardo en el desarrollo.

La candidiasis oral es uno de los primeros síntomas de VIH en los niños pequeños. Esta patología es común en recién nacidos sanos, pero si sucede a partir de los 2 años de edad, suele ser una advertencia clara de que algo va mal.

Exámenes de diagnóstico

Se puede sospechar de una infección por VIH antes de que el propio infante haya nacido. Es posible hacer tests de seropositividad tan pronto como se da el nacimiento, pues la obtención de resultados no se demora por más de unas horas.

En niños mayores de 18 meses de edad y adolescentes, las pruebas del VIH son las mismas que en adultos. Estas consisten en buscar en la sangre del paciente tanto antígenos como anticuerpos del virus.

Por otro lado, en los bebés recién nacidos, se requieren pruebas genéticas (PCR) que demuestren la existencia de material genético del virus en la sangre del neonato.

Esté infectado o no, un recién nacido siempre va a tener anticuerpos de la madre en su sangre. Por ello, las técnicas para adultos no valen en bebés.

Tratamiento del VIH en niños y adolescentes

El tratamiento del VIH en niños y adolescentes sigue la misma premisa que el abordaje en adultos, mantener a raya al virus y evitar que se produzcan infecciones accesorias. Los antirretrovirales (TAR) evitan que el virus se multiplique y, cuando se administran en conjunto con otros fármacos, la terapia general recibe el nombre de HAART.

No vamos a centrarnos en las particularidades de estos agentes químicos, pues nos basta con saber que el pronóstico de los niños tratados es excelente. La mayoría de los infantes con VIH, si reciben el tratamiento adecuado, llegan sin problema a la edad adulta. La HAART reduce las cargas víricas en el organismo a expresiones mínimas, así que el virus no supone un peligro.

De todas formas, si el niño está débil producto de la infección antes de comenzar el tratamiento al uso, también se le pueden recetar fármacos antibióticos o antifúngicos preventivos. Un ejemplo de esto es el trimetoprim-sulfametoxazol, que se utiliza para evitar la infección por Pneumocystis, una bacteria muy peligrosa para los niños.

VIH y vacunación

Como el niño va a ser más susceptible a sufrir ciertas infecciones a lo largo de su vida (aunque tome antirretrovirales), los pediatras recomiendan que los pacientes jóvenes se sometan a un calendario de vacunación especializado.

Por ejemplo, se recomienda la vacunación antineumocócica, incluyendo la vacuna conjugada 13-valente (VNC13), para todos los niños infectados por el VIH, desde los 2 meses hasta los 18 años de edad. También se sugiere la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH) y contra la gripe anualmente.

De todas formas, los niños con inmunodeficiencia grave no deben recibir ciertas vacunas, como la triple vírica que inmuniza contra el sarampión, la rubéola y las paperas. Esta está compuesta por microorganismos vivos atenuados, así que la probabilidad de que algo salga mal son altas.

Niña recibiendo vacuna por una enfermera.
Las vacunas con organismos vivos solo se conciben cuando el sistema inmune del infante se ha estabilizado.

Apuntes finales

El VIH en niños y adolescentes no es una condición más seria que la presente en adultos, siempre y cuando se comience el tratamiento en cuanto se detecte la enfermedad, y se siga a rajatabla. Si es así, el pronóstico de los infectados es excelente, sin importar su edad.

Por otro lado, también cabe destacar que la administración de TAR en madres gestantes infectadas reduce de forma significativa las probabilidades de infectar al feto. Por ello, una prueba de sangre a tiempo y una medicación preventiva pueden salvar al neonato de sufrir una condición crónica de por vida.


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