Los depredadores emocionales. Parte I

El depredador emocional se siente inferior aunque no dé esa impresión, ya que suele mostrarse arrogante. Puede aparecer en muchas situaciones, desde la pareja hasta el grupo de amigos.
Los depredadores emocionales. Parte I
Bernardo Peña

Revisado y aprobado por el psicólogo Bernardo Peña.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 06 julio, 2023

Así como en la naturaleza existen los animales que cazan, capturan y aniquilan a otros para alimentarse, en el ser humano también podemos observar un fenómeno similar. Se conoce como acoso moral y lo protagonizan los depredadores emocionales y sus víctimas.

Una mirada, una palabra o una simple insinuación son suficientes para comenzar el proceso de destrucción del otro. Los actos que llevan a cabo los depredadores emocionales son tan cotidianos que a veces parecen normales. Mediante un proceso de acoso moral o maltrato psicológico, tales individuos puede conseguir consumir la energía de otras personas.

Esta es una situación que puede darse en casi cualquier entorno, tales como la relación pareja, en el espacio de trabajo, en la familia o en el grupo de amigos. Sigue leyendo y te contamos más.

¿Cómo es el depredador emocional?

tacaño

El depredador emocional se encuentra entre personas de todas las edades, estatus sociales, culturas y sexo. Aparentemente, son sujetos normales, casi nunca líderes. Suelen ser tacaños, egocéntricos y narcisistas.

Su objetivo es el desmantelamiento moral, personal y psicológico de las víctimas, pudiendo causarles heridas muy profundas. Se trata individuos que se sienten profundamente inferiores, aunque no den esa impresión, ya que se muestran arrogantes y grandilocuentes.

Sin embargo, tienen remordimientos y rabia enmascarados. Por ello mismo, sienten la necesidad de ser admirados y tienen ansias desmesuradas de éxito y poder. Pero, presentan una desconexión con sus emociones, despreciando así a sus víctimas.

Cuando son niños, suelen ser los típicos que causan las peleas, pero que no se ven envueltos en ellas. En la adolescencia, son fríos y distantes, con poco éxito social y rodeados de pocos amigos a los que manipulan. Y en la adultez, se distinguen por ser arrogantes, manifestándose como poseídos de la verdad, la razón y la justicia.

A primera vista, parecen sujetos con gran autocontrol, sociables y aceptables. Sin embargo, tras esta máscara se esconde un cúmulo de intenciones y procesos inconscientes mucho más enrevesado.

De acuerdo con la literatura sobre el tema, se trata de un psicópata subclinico, que forma parte de la sociedad, y está totalmente integrado en ella, lo que le ayuda a pasar inadvertido. Sin embargo puede ser el causante de sufrimientos para quienes están a su alrededor, ejerciendo una violencia invisible y dificil de detectar.

Características del depredador emocional

Tomando en cuenta lo anterior, en las investigaciones se resumen las características del depredador emocional de la siguiente manera:

  • Desde la óptica del depredador, el otro es siempre un ser fagocitable;
  • Son observadores y detallistas, ya que la depredación implica, por lo general, una observación de los movimientos de la presa;
  • Usa el camuflaje: nunca se muestra como depredador;
  • Busca generar actitudes de dependencia en la víctima;
  • Sin embargo, tiene dificultades para conectarse emocionalmente consigo mismo y con los demás;
  • El control es fundamental: es un medio y un fin.
Hombre deprimido al atardecer

¿Quiénes son las víctimas de los depredadores emocionales?

Las víctimas de los depredadores emocionales se caracterizan por ser personas bondadosas, honestas, generosas, optimistas y con fuerza espiritual.

Son aquellas personas que presentan atributos que el depredador humano anhela y envidia, ya que son características que no ha tenido. Por ello, buscan a este tipo de personas para absorberles su energía y vitalidad. Es decir, quieren absorber aquello que envidian.

Por otro lado, en el entorno donde se da esta interacción, los demás suelen ver a las víctimas como culpables, ya que piensan que son conscientes de las agresiones que reciben, pero no hacen nada por defenderse.

Además, los depredadores son capaces de crear una versión de los acontecimientos en la que aparecen como buenos y nunca como causantes de mal.

Chica sufriendo emocionalmente


A menudo, escuchamos decir que si una persona es víctima es por su debilidad o carencia. Sin embargo, podemos observar que son elegidas porque tienen algo que el agresor anhela: amabilidad, carisma o fuerza de voluntad. Personas felices que han tenido la desgracia de cruzarse en su camino.

Pueden parecer ingenuas, ya que no se imaginan que el otro es, básicamente, un destructor. Es por eso que siempre intentan encontrar explicaciones lógicas, se justifican y hasta lo defienden, desarrollando actitudes propias de lo que se conoce como Síndrome de Estocolmo.

Al final, las víctimas suelen perdonar y continuar, porque aman o admiran, o porque consideran que tienen que ayudar a esa persona, ya que son los únicos que las entienden. Sienten que tienen esa misión que cumplir.

Mientras que el depredador emocional se agarra a su propia rigidez, las víctimas intentan adaptarse y no dejan de cuestionarse nunca su propia culpabilidad. Simpre procurando comprender qué desea, consciente o inconscientemente, su perseguidor.

Cuídate de ser depredador o presa

Debes estar alerta a estas señales, si a tu alrededor o en tu entorno inmediato, reconoces a alguna persona que manifieste tales actitudes. No significa que debas rechazarlos o juzgarlos; pero conviene andarse con cuidado, para no terminar siendo una presa.

Asimismo, si consideras que algunas de esas características concuerdan contigo, puede ser momento de reflexionar en torno a tu comportamiento. Recuerda que, en estos casos, ya sea para ti o para alguien a quien conoces, lo más adecuado es siempre acudir a un psicólogo.


Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.


  • Black, D. A., Smith Slep, A. M., & Heyman, R. E. (2001). Risk factors for child psychological abuse. Aggression and Violent Behavior. https://doi.org/10.1016/S1359-1789(00)00022-7
  • Wolke, D., & Lereya, S. T. (2015). Long-term effects of bullying. Archives of Disease in Childhood. https://doi.org/10.1136/archdischild-2014-306667
  • Lereya, S. T., Copeland, W. E., Costello, E. J., & Wolke, D. (2015). Adult mental health consequences of peer bullying and maltreatment in childhood: Two cohorts in two countries. The Lancet Psychiatry. https://doi.org/10.1016/S2215-0366(15)00165-0
  • Sánchez García, J. (1996). Personalidad borderline y narcisista: Una revisión sinóptica introductoria. Lima:UNMSM.
  • Gómez Becerra, I., Soriano, L. (2000). Autocontrol a través de reglas que alteran la función. Psicothema; 12(3): 418-425.
  • Velasco de la Fuente, P. (2015). El psicópata subclínico o integrado en las relaciones de pareja: el maltrato psicológico. Quadernos de criminología: revista de criminología y ciencias forenses. 31, 9-18.
  • Luján Christiansen, M. (2019). De la invalidación objetivista a la anulación personal. El potencial clínico de una epistemología asertiva. Límite (Arica), 14(3). https://dx.doi.org/10.4067/s0718-50652019000100203.
  • Rizo-Martínez, L., Dueñas-Moreno, L. Santoyo-Telles, F. (2020). El Síndrome de Estocolmo en Mujeres Mexicanas Víctimas de Violencia de Pareja. Anuario de Psicología Jurídica, 30, 55-62.

Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.